Dear Joselu
He copiado trozos en negrita de lo que decía Joselu y luego respondo. Algunas de esas cosas son publicadas por primera vez porque fueron enviadas en una segunda carta que no colgué aquí. En la carta en la que me daba permiso para publicar la primera. He dado por hecho que no había problema en publicar trozos de la segunda.
“A ti que buscas ser perdonado continuamente,
precisamente, te atacaba donde te podía doler.”
En lo de ser perdonado llevas
razón. Cuento aquí mis vicios como el que se confiesa. La vergüenza se siente
ante los demás, pero la culpa siente alivio al ser comunicada. Lo que más
necesito es que me quieran, y si alguien me dice que sigue mi blog me siento
muy feliz, pero me gusta que me quisieran como soy. Por eso muestro mis
vergüenzas. No le encuentro mérito a ser querido si presento mi mejor perfil. Y
es cierto, tengo un sentimiento de culpa muy acentuado. A veces cuento cosas
vergonzosas para sentirme perdonado. Pienso: “mira, saben cómo soy y siguen
conmigo.”
“La
debilidad y el menosprecio era cierta, pero ¿era la mejor forma de expresarlo?
Tal vez hubiera sido mejor hablar de autoconmiseración. Luego hablé de exhibicionismo
existencial pornográfico.”
Debilidad. En mí hay una
cierta fragilidad. Tener que tomar antidepresivos no es un signo de fortaleza.
Sin embargo, yo me siento fuerte. Por ejemplo, poder mostrar mis defectos en
este blog es un signo de fortaleza. Porque creo que valgo en muchas cosas no
tengo miedo de mostrar las deficiencias.
En lo del menosprecio
llevas razón. Es cierto que en ocasiones hay un autodesprecio, un odio a ser
como soy. Muchas veces me juzgo a mí mismo peor de lo que soy. Mi autoestima es
rara, a veces es muy baja, pero por otro lado me siento muy superior a mucha
gente. No acierto a comprenderlo, pero llevas razón, a veces soy mi peor
enemigo. (O debía decir era, ya sabes
que he cambiado) :)
Lo de pornográfico no me
parece que sea cierto. Es verdad que tiendo al desnudo, pero recuerda que el
desnudo no siempre es pornográfico. Te lo dije en respuesta a comentario una
vez. En la soledad de nuestra habitación podemos sentirnos monstruos, si vemos
a otros desnudos puede ser que entendamos que todos somos muy parecidos. Viéndome
desnudo quizás otros puedan sentirse aliviados.
“… tu exhibicionismo existencial que no oculta un
conflicto latente muy agudo con la figura de tu padre especialmente y de tu
madre también. “
Sinceramente, no veo
conflicto con mis padres de ninguna clase. La llegada de su vejez y su decrepitud, especialmente por vivir en
el mismo edificio, ha supuesto un duro enfrentamiento con la vida. ¿O debería
con la muerte? Ya sea por el dolor que me causa su propia vejez o por entrever
lo que un día me tocará, creo que mi ansiedad reciente tiene bastante que ver
con eso.
“Tu exhibicionismo culminando en tu pelo rojo es
tremendo. Necesitas ser el protagonista aunque sea diciendo que no te lees los
libros de que examinas a tus alumnos, que no te preparas bien la clases, que no
has leído muchos de los textos filosóficos de que hablas. Nos muestras todo de
ti en un ejercicio suicida de exposición al análisis público. ¿Qué pretendes
con tu exhibición? ¿A qué te lleva teñirte el pelo de rojo? ¿A hacer análisis
sociológicos sobre la transgresión en los jóvenes? Yo no creo que sea el motivo
principal. Quieres que se hable de ti, tienes un apocamiento que te hace sentir
hundido y necesitas mostrarte, que los demás vean que existes. No sé de dónde
viene esto. A veces hablas de tus hermanos. ¿Por qué ese afán de protagonismo?
Si estuvieras seguro de ti mismo no lo necesitarías. Hablas de tu reducción de
la libido, de tu ingestión de antidepresivos, de las relaciones con tu mujer,
de tus miradas a las chicas, de tu deficiente nivel de inglés, de la profe de
inglés y sus muslos, de tus gatos reiteradamente. Leído así rápidamente parece
gracioso, pero a lo largo de tres meses de vueltas en círculo resulta cansino.
Tu ego está herido, aplastado. De conflictos como este salió Kafka y su mundo
extraño de personajes impotentes y aplastados por el absurdo. Vueltas y vueltas
al pelo rojo.”
Pues claro que no estoy
seguro de mí mismo. Alguien que tuviera todo muy claro no necesitaría llamar la
atención de esa manera. Eso es verdad. Pero yo necesito de los demás y soy
capaz de admitir que los necesito.
Lo que pasa es que me he
dado cuenta que a veces es mejor satisfacer mis necesidades, aunque sean
infantiles, que dejarlas frustradas, porque si no lo hago se manifiestan como
agresividad o cosas peores. ¿Tú no te has dado cuenta que hay alumnos que
preguntan en clase no porque tengan dudas sino porque necesitan llamar tu
atención? Pues resulta que a muchos adultos les pasa lo mismo. El teñido les ha
ahorrado a mis compañeros un montón de intervenciones vacías en un claustro. Y
yo agradecería que algunos de mis compañeros se compraran un reloj de oro, se
fueran a China (y nos lo contaran) o se tiñeran el pelo y nos evitaran otras
tantas.
Tu mundo a fuer de ser repetido resulta
estragante. Estás tan absorbido por el ego que el lector no lo aguanta
demasiado tiempo. Por otro lado estás dispuesto a acabar con tu ego con esa
historia de la meditación del desierto. Y de paso te tiñes el pelo de rojo. ¿En
qué quedamos?
Entiendo que meditación y
exhibicionismo te puedan parecer cosas contradictorias. Pero no lo son. ¿Recuerdas
aquello del evangelio que solo los enfermos necesitan médico? Porque me
importan mucho lo que piensan los demás es por lo que necesito aprender a estar
a solas conmigo mismo. Cuanto más perdido estás en la mundanidad más necesitas
meditación. Y creo que está bastante claro que yo necesito meditación.
Y aún voy más allá. Creo
que lo de teñirme el pelo ha sido resultado de mi lectura de Biografía del Silencio y mis visitas al
psicólogo. ¿No es contradictorio? ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo. Precisamente
porque estoy lleno de miedos, porque me atemoriza el qué dirán, porque soy muy
vanidoso, porque me aterroriza el fracaso ante los otros… lanzarme a la
gamberrada del tinte era, en un sentido, romper con todo eso. Ya sé que al
mismo tiempo es algo que se hace para los demás pero también es algo que se
hace poniéndote el mundo por montera, haciéndote de piedra a lo que pueda decir
la gente. Hay mucha gente que me dice que hay que ser valiente para hacer lo
que he hecho. Y en buena medida llevan razón. Soy una persona a la que le gusta
tener todo previsto, todo bajo su control, no soy nada aventurero. Me asusta
cualquier territorio desconocido. Sin embargo, en esto he arriesgado, porque me
apetecía mucho hacerlo y porque he sido capaz de vencer mil resistencias. Entre
otras, la resistencia de mi mujer y mi hijo, que en varias ocasiones me habían
desaconsejado hacer algo así. Mi hija no se posicionaba a favor, pero tampoco
en contra.
Venga libros de autoayuda para superar tus
conflictos pero no ahondas en ellos, solo los recreas como un adolescente. No
los trasciendes. Eres todo un conflicto psicoanalítico en vivo y en directo.
Con psiquiatra y psicólogo a los que pagas. Aunque yo también he ido a ambos y
también tomo tratamiento para la depresión endógena. Pero no haría un género
bloguero sobre ello. ¿No te das cuenta de que el lector se hace dueño de tu
vida y de que te puede atacar y hacer daño? Le das muchos resortes para
herirte. Yo utilicé alguno para que lo vieras, pero no asomé ni mostré las
garras en serio. ¿Por qué mostrarte al descubierto revelando la banalidad de tu
mundo? ¿Por qué facilitar al lector tantas claves de ti mismo?
Es cierto que puede
llegar a ser peligroso mostrarse tan franco pero ¿quién sería capaz capaz de
querer herir a alguien que se muestra tan indefenso? Un lobo no mata a otro
cuando este le ofrece su cuello.
Me lo pregunto y me respondo que en el fondo
anhelas que te hagan daño. Parece extraño, pero intuyo una pulsión que precisa
del castigo por algo malo que hay en ti y de lo que no puedes desprenderte.
Cuando yo te he herido -levemente supongo- cumplía lo que tú deseas en
realidad: que te castiguen porque eres un niño pequeño y te has magnetizado con
la pulsión de falta original y castigo. Hay un pecado original en ti. El
bautismo no te lo lavó. Y anhelas que te castiguen en un ejercicio de
masoquismo existencial. Si no, no me hubieras dado tantos datos sobre tu psique
y que me has mostrado imprudentemente. Relacionarse contigo es entrar en el
terreno de la culpa, el castigo, el perdón anhelado. No sé qué relación tendrás
con tu hijo o hijos, no lo sé bien, pero han de superar ellos el conflicto de
tener un padre inmaduro. Algo así le pasó a Franco y ya ves.
Te agradezco que insistas
en esto del pecado sin perdón y el masoquismo existencial. Lo he descubierto
hace años y creo que estoy en fase de curación. Ya no quiero sufrir más. De
pronto he visto el perdón como un una luz cegadora. Soy libre. Era yo quien me
condenaba a mí mismo y no lo voy a hacer más. Ahora he comenzado a mirarme con
cariño. Lo dijiste una vez, quizás no cambiemos mucho pero es posible mirarnos
de modo más generoso a nosotros mismos.
“Por otro lado, me he esforzado en entrar en tu mundo.
Algunos comentarios míos eran fruto de una cierta investigación para poderte
comprender. Tu respuesta era no haber respuesta en muchas ocasiones, como si
tuvieras miles de comentarios y no te diera tiempo a responderlos. Responder se
llama cortesía y buenas maneras.”
Es cierto que la mayoría
de tus comentarios no los contestaba. Sin embargo han sido varias las entradas
del blog que estaban dedicadas a responder alguna de las cosas que tú escribías
aquí. Yo me he comprometido conmigo mismo a hacer una entrada diaria. Con todo,
no siempre puedo hacerla. Tú escribes con mucha facilidad y pasas un montón de
horas delante la pantalla (como se puede apreciar en la respuesta a los
comentaristas de tu blog). Yo no quiero pasar tantas. Primero tendría que
pensar una respuesta que mereciera la pena y luego redactarla, que también
lleva un tiempo. Joselu, no me siento en la obligación de responder un
comentario diario. Tú escribes tus comentarios libremente. Yo no respondo casi
nunca, pero esto lo has visto desde el primer momento. Nadie te ha obligado a
seguir hasta aquí. Lo que me cuesta entender es que quieras irte dando un
portazo.
Y me he cansado de tu pose de "enfant
terrible" ahora con el pelo rojo, la culminación de la historia de un niño
que se parece más a Peter Pan que a un héroe hecho y derecho, dueño de su
destino. La mezcolanza de autoayuda, gatos, pelo rojo, antidepresivos,
autopunición podría ser motivo de un diario algo interesante pero ya ves que no
lo es. No tienes muchos lectores, en parte porque no los cuidas y en parte por
qué se preguntan qué coño hacen allí viéndote dar vueltas y vueltas al mismo
eje cansino y exhibicionista.
Pues claro. No soy un héroe
hecho y derecho, dueño de su destino. ¿tú sí?
Mejor unos días más para responder. Esto parece escrito sin ganas, poco pensado, mal argumentado, peor engranado. Muy decepcionante.
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