Fumar.
Eran otros tiempos. Fumar aún no estaba prohibido en los bares. Aunque naturalmente en los hospitales no se fumaba.
Mi hermano empezaba entonces como médico. Auscultando a un paciente le preguntó:
- ¿Usted fuma?
- Si. ¿Quiere un cigarro? contestó el paciente.
Mi hermano cuenta que el hombre no estaba bromeando. Respondía que sí sin ningún remordimiento y convencido de que cuando alguien te pregunta si fumas, aunque sea un médico, es para pedirte un cigarro.
No sé si hay mucho que comentar a esta anécdota. Pero en todo caso, dejo un comentario más que nada porque somos los bloqueros los que damos algo de calor a esta blogosfera tan desolada y alicaída. No tiene nada que ver con la vida que tenía esto hace cinco o seis años. Entonces igual te hubiera dejado un mensaje combativo sobre esta anécdota. Pero hoy, bastante hacemos con seguir aquí, contracorriente. En la desolación de la quimera. Saludos.
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