Nostalgia de Leny.
Me llegó noticia de Leny hace ya años y me convertí en asiduo seguidor de su blog. Ya lo cogí con muchos años de recorrido pues ella fue una de las primeras españolas en escribir un
blog, cuando no existían aún empresas que ofrecían plataformas gratuitas para ello.
No tenía nada en común con ella -joven, motera, metalera, con dos
perros, “informática” (siempre ha trabajado en ese campo, que yo sepa)-, pero la
frescura de su escritura, su espontaneidad y su sinceridad me cautivaron.
Hace años que no escribe, desde que tuvo una hija con un
polaco. Al principio parecía que el padre de la niña iba a fallarle, fueron momentos muy dramáticos, pero que al final se vino a
vivir a España con ella.
Ayer me puse nostálgico y quise encontrar algo suyo en la red.
Encontré a alguno que como yo la echaba de menos. Incluso en los comentarios hay una breve respuesta suya.
Y por esos extraños azares, Internet, a las primeras de
cambio, me daba su nombre y apellidos. En aquellos tiempos estaban ocultos pero
ahora quedaban al descubierto enseguida. Y con sus apellidos era fácil
encontrar alguna foto suya (había muchas en el blog) y también de su hermana
que tiene una empresa de fotografía.
Es absurdo que alguien quiera contar sus intimidades por
Internet, como hacía ella, como hago yo. Aunque ella se escudara en el
anonimato, lo que se escribe en la oscuridad termina saliendo a la luz. Y no
sé cómo no entiendo que algún día, algo así puede terminar haciéndonos daño.
En determinado momento le escribí para pedirle que hiciera
una selección de las entradas e intentara publicarlas. Yo las había ido cortando
y pegando hasta guardar todo el contenido de su blog (hasta entonces) en mi disco-duro. Creía que
yo podía ayudarla a hacer la selección. Elegí fatal el momento. Acababa
de romper con un novio, estaba desecha y ni me respondió.
En otra ocasión, cambios en su servidor dejaron un montón de
archivos ocultos al descubierto. Estuve cotilleando y encontré dos pequeños
selfies (aún no se llamaban así) en los que mostraba el pecho. Tuve
remordimientos de haber visto aquello y no guardé esas fotos en el ordenador.
Busqué su teléfono en internet y lo encontré en un foro de rescate de perros, gatos
o algo similar. Le puse un SMS para advertirle de lo que sucedía y me dio las
gracias en otro mensaje. A mí aquello me parecía tocar el cielo. He buscado y
aún está su número en mi tarjeta.
En el enlace de su blog, nada más cerrarlo, aparecían unos
rótulos en chino. Ahora ni eso.
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