03 septiembre, 2007

¿METODOS ESPURIOS?

Mantengamos en secreto su identidad. Llamémoslo Jairo, por darle un nombre.

Jairo me cuenta que pasa mucho por una calle en Madrid en la que jóvenes de diversas ONGs paran al personal para conseguir donativos o hacer socios.

Se disgusta Jairo porque ha observado (y dice que no es casualidad sino que se ha fijado con atención) que a las mujeres las abordan jóvenes guapetones y bien plantaos, y a los hombres los paran jovencitas agradables. Una organización que pretende cambiar el mundo (para hacerlo mejor, se supone) según él no debía utilizar tácticas de marketing o de publicidad, sobre todo si son sexistas. Considera que es lo de toda la vida: la tía imponente como reclamo en el anuncio de un coche.

Intento explicarle mi punto de vista. ¿Qué más da la manera como capten los socios las ONGs? ¿No se trata de conseguir fondos para el objetivo al que sirven? En realidad son “empresas” que prestan un servicio altruista. ¿Por qué no deben servirse de conocidas técnicas comerciales?

Me explica que si las ONGs son empresas captando clientes no le interesan.
Creo que en su modo de pensar influye la pureza de la intención de la que hablaba Kant. Una acción es moral únicamente cuando se hace POR DEBER. No es suficiente que sea CONFORME CON EL DEBER.

El perfeccionismo es algo muy dañino y el pensamiento “todo o nada” es muy perjudicial cuando se quiere hacer algo. Querer cambiar “radicalmente” el mundo es la manera de no mejorar nada. Nunca conseguiremos ser ángeles. Podemos ser hombres mejores o peores, pero siempre hombres. Con intereses humanos. Si ponemos la meta tan alta que sólo algunos “héroes” puedan llegar a ella nunca mejoraremos el mundo.

Jairo pretende que los “filántropos” que buscan fondos para fines benéficos se apoyen para conseguirlos exclusivamente en las intenciones altruistas de la gente. Que no se ayuden de ningún otro interés personal. Si alguien quiere dar dinero a los pobres que lo haga por el deber de ayudar a lo que lo necesitan. Del mismo modo, el que quiera conseguir donativos sólo se puede valer de un único reclamo: el deseo que los demás tienen de ayudar.

Creo que su postura desprecia el resultado de la acción que queda subordinado al modo de realizarla. ¿No es valiosa la ayuda que la ONG ofrece con independencia de si quién la financió lo hacía por presumir, lavar su conciencia o agradar a una persona atractiva del otro sexo?

¿Sería mejor sacrificarlo todo a “los métodos puros” y a “la pureza de la intención” aún a riesgo de prestar menos ayuda real entre la gente necesitada?
Para mí está claro que no.

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