08 septiembre, 2007

DIARIO DE UN GIMNASIO 4


Estoy tenso y algo nervioso. Me voy a correr, luego me quedo más relajado.
Releo la frase anterior y rectifico porque puede llevar a confusión. Quise decir: voy a ir a correr un rato al gimnasio. Luego me quedo más relajado.

Durante un rato dudo de qué ponerme para ir.
Tengo una camiseta de Asturias donde además del nombre de esta hermosa comunidad autonoma dice “paraíso natural”. Nunca hemos sabido por qué la tengo. Cuando apareció por casa, los amigos que viven en Asturias no habían hecho ninguna visita reciente en la cual pudieran haberla olvidado. No la compré yo y tampoco recuerdo que me la regalaran. Decido no ponérmela. Yo nací en Zaragoza, de una aragonesa y un andaluz, aunque toda mi vida he vivido en Salamanca. ¿No estaría introduciendo más confusión en unos orígenes ya de por sí complejos si llevo el rótulo de Asturias en el pecho?
¿Y qué tal ésta de la maratón de San Silvestre?
Me la regalaron por participar en la carrera que organizan aquí la última semana del año. No me gusta presumir. Mejor dicho, lo que no me gusta es que parezca que quiero presumir y si la llevo temo que alguien pensará que quiero hacerlo. ¿Pero se puede chulear de haber terminado una carrera que aunque con nombre muy pomposo en realidad son sólo 11 kilómetros?
¿Y qué os parece esta blanca de algodón? La tengo desde no se sabe cuando. Demasiado pobretona. No tengo una ropa especial para ir al gimnasio pero al menos, como dice mi hija, “no ir dando pena”.

¿Y la oscura de manga larga? Es sencilla pero me gusta. Es negra o casi negra. ¿Notaré demasiado calor si me la pongo?

¿Me pongo la camiseta de Toronto? No. ¿Es que hablo yo francés?¿Acaso sé siquiera inglés suficiente para hacerme entender allí? ¿Dónde voy entonces con una camiseta internacional? Ésta me la trajo mi sobrino Daniel que con sólo 18 estuvo allí. Por cierto, en el dibujo que tiene estampado se ve el pirulí, una torre altísima que tiene. ¿Sabéis lo que se ve desde lo más alto? ¡Torontoentero!

¿Y si me pusiera la de la Caja de Ahorros? Lamentable. ¿Acaso no tengo posibles para llevar una camiseta que no sea de propaganda?

Llego al gimnasio y hay sólo tres personas en la sala de cardio. Nadie me mira cuando entro.

La chica que corre en la cinta con los ojos en el horizonte sabe que es guapa y le basta el rabillo del ojo para decidir que no va ocupar ni unos segundos de su tiempo en el cuarentón que acaba de entrar. Sólo faltaría. Si hay allí alguien que debe ser mirado está claro que es ella.
Y así es. Un hombre de sesenta que hay en la máquina de remar no le quita ojo. Se le ve tan concentrado en sus remos y cuartos traseros que no se da cuenta de que yo me he colocado a su derecha. Tiene pinta de ser carnicero y saberse bien esos dibujos de vaca que ponen en la carnicerías como si de un mapa se tratara: falda, cadera, delantero, morcillo, solomillo... Este señor quiere llevarse hecho para su casa un dibujo detallado de la interfecta y yo juraría que lo está consiguiendo.

Hay también un joven trabajando en la “eliptica”. Lleva un atuendo muy cuidado. No viene de cualquier manera. Cuando cambia de aparato se mira en los cristales de la piscina, que le hacen de espejo, y se coloca un poco su pantaloncito abierto por los lados y su camiseta ceñida al pecho que deja al descubierto sus espectaculares hombros. Por supuesto, él sólo se compara con sus iguales e ignora al resto.

Moraleja: Puedes preocuparte de cómo vas vestido tú (“los otros me mirarán y....”) pero lo que realmente les importa a los demás es cómo van vestidos ¡ellos!y lo que tú pensarás. Eres poderoso porque tienes en tu cabeza lo que más les importa a los otros.
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Hace años vi a un maromo con una moto en la que se montaba una jovencita y pensé que un día aquella chica podía ser mi hija. En ese momento se me ocurrió una fórmula que luego he desechado por poco realista. Pero vosotros juzgareis. Se trataba de lo siguiente: primero se sienta el tipo que coge el manillar de la moto, luego yo, agarrado a su cintura y luego mi niña que se abraza a mí.
Hoy mi hija, trece años casi catorce, acaba de estar en su primer concierto heavy en la plaza S. Román y sólo hasta las 10.30

3 comentarios:

  1. Me ha gustado eso de que lo que no te gusta es que piensen que quieres presumir. Recuerdo que en salamanca íbamos a hacer deporte con un aspecto deliberado de ir dando pena, con esos calzones que estaban pensados para ir debajo de las faldas de las falangistas. Con el inglés, como recordaba don´t, algo parecido: pronunciábamos un inglés españolizado para no parecer empollones. Desde luego emollones no parecíamos.

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  2. Huir de la imagen del empollón es algo muy común entre los alumnos.

    La imagen del alumno que sólo estudia, no sale de fiesta, y es siempre "don perfecto" desanima de estudiar a muchos de sus compañeros que de ningún modo quieren ser como él.

    Hoy en dia, yo no sé si en nuestra época los había, hay algunos que sacan unas notas excelentes, no son nada pelotas, y además están también en todas las juergas.

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  3. Has estado ágil en rectificar la primera frase: el puntito Nacho Vidal como que no te pega. No te preocupes tanto por la vestimenta, querido, el que nace bonito...

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