Respuestas inteligentes a problemas sin solución.
Cuando un problema no tiene solución no es un problema. Por ejemplo,
quieres meter algo en un armario y no cabe. Te lamentas una vez y se acabó el
problema. No cabe.
Pablo d’Ors dice algo que me parece sumamente sensato. “No
somos dioses, así que relajémonos”. Tenemos limitaciones, somos finitos, no
podemos hacer todo lo que querríamos. Relajémonos y adaptemos nuestros deseos a
lo que podemos conseguir. Hacer otra cosa es pegarnos contra un muro y sufrir
para nada.
“Dicen que los esquizofrénicos creen que dos y dos son
cinco. Viven en un mundo que no existe. Los neuróticos, en cambio, saben que
dos y dos son cuatro. Pero les jode.”
Le contaba esta broma a una amiga y me respondía: “Es muy
fácil decirle a alguien que acepte que dos y dos son cuatro. Pero es que muchas
veces que dos y dos sean cuatro es durísimo. Tuve que reconocer que la vida tiene
a veces cosas muy fastidiadas. Pero ahora pienso diferente.
Muchas veces, el problema no son las cosas sino nuestros
sentimientos ante las cosas. ¿Tiene sentido enfadarse, lamentarse, entristecerse
de que aquello que queríamos guardar no cabe en el armario?
Solo sirve para una
cosa: estar triste y enfadado. Para nada más. ¿Es bueno amargarse porque dos y
dos son cuatro? Acéptalo. A no ser que lo que quieras es vivir en la amargura.
Ante nuestras limitaciones, si realmente son limitaciones
insalvables, la única respuesta inteligente es la aceptación. He sufrido muchísimo
a lo largo de mi vida queriendo que las cosas fueran como creía que tenía que
ser. Ya no. Podéis decir que me he vuelto conformista pero no es eso. ¿Algo se puede
cambiar? Intenta cambiarlo. ¿Algo no se puede cambiar? Acéptalo.
No es conformismo, es sencillamente inteligencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario