07 marzo, 2016

Se acabó la medicación, (de momento).

Hace mucho tiempo que no voy al médico para el asunto de la ansiedad. Desde el verano reduje la dosis de Escitalopram por mi cuenta, de diez a quince, y las recetas las consigo en un centro de salud sin ver siquiera al médico, que ni me conoce. Luego he ido abandonando poco a poco el Lorazepam.

Hace un mes, o así, que ya no tomo nada. Un psiquiatra le dijo a mi padre que una depresión se pasa con ansiolíticos o esperando año y medio. Llevo ese tiempo medicándome y he decidido que ya estoy sano.

El psicólogo, a quien puse al corriente de esto hace una semana, dice que más importancia que si tomo o no medicinas, es que cambie el paradigma sobre salud y enfermedad. Según él es un continuo y no una dicotomía (como yo tiendo a creer). Además me hace ver que percibo la medicación como algo que me disminuye y afecta a mi autoestima. ¿Por qué no vivo como algo humillante el llevar las gafas? Las gafas son una servidumbre a la que estoy acostumbrado y no me siento menos persona por eso. Ni siquiera pienso que veo mal, creo que necesito gafas para ver normal. ¿Es posible adoptar ese modo afrontar las cosas en relación con los trastornos mentales?


Parece difícil que fue cambiar las connotaciones que para mí tiene las palabras “trastorno mental”, pero quién sabe. 

2 comentarios:

  1. Se me olvidó contar que después de las vacaciones no he vuelto por las clases de inglés. Esto también me relaja mucho porque eran dos horas cinco tardes cada quince días y me agobiaban mucho. Sin inglés no hay estrés.

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  2. Se me olvidó contar que después de las vacaciones no he vuelto por las clases de inglés. Esto también me relaja mucho porque eran dos horas cinco tardes cada quince días y me agobiaban mucho. Sin inglés no hay estrés.

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