20 octubre, 2015

Para aprender... perder.


El Roto en El País de ayer 19-10-2015

Hay quien piensa que los seres humanos solo ayudan a los otros cuando tienen algo que ganar. Que solo aliviamos los problemas de otros cuando estos se convierten en los nuestros.

Esa tesis sostenía un amigo cuando se extendió por África la epidemia de Ébola. Ignoro si el mundo desarrollado ha tomado conciencia de que no le conviene tener amplias zonas de África con condiciones de higiene tan deplorables. Me parece que harán falta muchos más muertos en Europa para que aprendamos que una epidemia venida del tercer mundo puede matarnos a todos.

¿Aprenderemos algo de la crisis de refugiados sirios? ¿Se esforzará Occidente por acabar con esa guerra o será más fácil levantar muros para que los que huyen de la guerra no lleguen?

Ignoro la respuesta a estas preguntas. Lo que me entristece es la tesis de fondo. A mi me educaron haciéndome creer que cuando las personas ayudan a otras no es por puro egoísmo. Me hicieron creer que los seres humanos somos solidarios y generosos. Ya no estoy seguro que sea verdad. Y eso rebaja mi idea del ser humano. Me devalúa a mí mismo.





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Tras escribir esto acabo de ver de nuevo imágenes de los refugiados bajo la lluvia.
¡Qué asco me doy! Mientras ellos lo pasan mal yo estoy triste ¡pobrecito! porque los seres humanos somos muy malos.

1 comentario:

  1. Susan Sontag tiene un muy interesante libro ensayístico que se titula Ante el dolor de los demás. Una historia de cómo se ha representado gráficamente a lo largo del tiempo y nuestras reacciones ante ello. Una de las más comunes es la de sentir cuando vemos la desdicha ajena que qué suerte que no somos nosotros ellos. Y seguimos viviendo normalmente. Esto ayuda a entender qué paso en el periodo entreguerras, el genocidido nazi ... y la falta de reacción ante las desdichas de aquel tiempo por parte de tantos y tantos. Cruzamos los dedos para no ser ellos. Pero no mucho más. ¿Qué podriamos hacer? Yo me he hecho socio de ACNUR, pero no sé si esto me redime. Por lo demás sigo mi vida cotidiana. ¿Qué otra cosa podría hacer?

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