25 septiembre, 2015

SATISFECHOS.

Hoy es viernes y la ciudad bulle de gente feliz. Las calles peatonales están llenas de jóvenes que saborean alegres el comienzo de fin de semana. Levanta el ánimo verlos.

Hace muchos años, cuando tenía ventimuchos años y no tenía trabajo ni muchas esperanzas de encontrarlo, me paseaba por la plaza mayor con mi novia, que tampoco tenía trabajo y odiaba a toda aquella gente feliz. Recuerdo que le dije a ella que cuando tuviéramos trabajo nunca pasearíamos por allí. Todos ellos me parecían “satisfechos”. Indiferentes a la suerte de los que no pertenecían a los suyos. Repulsivamente satisfechos.


Hace mucho que soy uno de ellos. 

2 comentarios:

  1. No sé si lo que escribes es la crónica de una derrota personal, ese incorporarte a la masa satisfecha que pasea, o una comprensión más honda de que es mejor ser parte de ellos, pues allí reside, en su satisfacción bovina, la clave de una existencia equilibrada.

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  2. Lo que me produce remordimiento es que los que vivimos "comodos y felices" no nos acordemos (o muy poco) de los que pasan mil penurias.

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