19 abril, 2015

Dando explicaciones de una broma de dudoso gusto.

En el camino al patíbulo, un condenado a muerte se entera que ese día es lunes. “Uf, bien empiezo la semana”.

Recordaba yo este chiste para argumentar que de todo puede uno hacer humor. Quizás recordéis que colgué en la sala profesores una entrada de este blog en la que pretendía encontrar humor hablando de ancianos y personas que cuidan a ancianos. Hablaba de mi madre y de su decrepitud y al mismo tiempo pretendía que aquello resultara divertido.

Una compañera me afeó la conducta. Alguien –otra persona- al día siguiente había retirado del tablón el papel y lo había colocado en mi casillero. Nunca me había pasado nada semejante con otras bromas. Joselu, también se quedó perplejo ante aquello y yo le prometí que intentaría explicarme.

Tres semanas después del atentado de las Torres Gemelas un monologista hizo un chiste sobre el asunto. Nadie se rio y desde atrás le gritaron “Demasiado pronto”. (Lo he leído en “Libros peligrosos” de Juan Tallón)

Esa es la clave, que yo no supe ver. Entre la tragedia y la broma tiene que existir una distancia. Solo ese espacio amplio entre ambas permite la carcajada, porque el dolor ha quedado lejos y ahora cabe la actitud relajada del que ríe.

En cualquier caso, el texto tenía una última parte, amarga, que también pretendía ser cómica pero que nacía del remordimiento. Respondía yo a los que al leer aquello pensaran que no está bien reírse tomando como tema a la propia madre enferma. ¿Quién eres tú para decirme cómo tengo que superar el dolor?

Una de mis hermanas, por lo que cuenta, sufre muchísimo en las visitas a la residencia. Vuelve destrozada. Mi actitud ante mamá es muy distinta. Ni quiero ni puedo compadecerme cada vez que estoy con ella. No puedo vivir así. Sería un desgaste emocional que no podría soportar. Esa actitud de distancia que he creado, que me sale natural, es la que me permite ir con frecuencia, darle besos, estar con ella, intentar consolarla cuando está triste.

Fue en ese intento de “look always at brigth side” donde me pasé tres pueblos. Creo que he encontrado una broma que tiene gracia. Y ya la adelanté en esta entrada que no sé si alguien entendió. Pero para que provoque la risa hace falta distancia. Solo la gente insensible se ríe de la caída otro sin saber siquiera si se hizo daño. Contarle en serio a los compañeros que mi madre está demenciada  e inmediatamente querer hacer un chiste sobre ella es disparatado.

Solo una situación de mucho estrés produce un disparate semejante.

1 comentario:

  1. Bueno, mi padre estaba en la residencia sanitaria de donde no saldría ya vivo y yo iba cada día a verle. Le puse encima de la cama, en lugar de una advocación de la virgen o del sagrado corazón, un pterodáctilo de goma con grandes alas desplegadas. Nadie entendía qué papel jugaba aquello allí. Cuando falleció tres semanas después insistí y logré que el pterodáctilo fuera con él en el féretro para ser incinerado con él. Tal vez era una broma macabra o un sentimiento de cercanía con él en que me permitía cierto nivel de humor incluso con la muerte. No me importaría que mis hijas hicieran algo parecido conmigo.

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