Sobre la muerte de los padres ancianos.
Hay cosas que no se deben decir. Aunque se sientan.
Hay cosas que se deben callar. Por vergüenza.
Imaginad que tenemos sentimientos poco nobles, bajos sentimientos.
Podríamos decirlos y justificarnos argumentando: qué le voy a hacer, puede estar
mal, pero es lo que siento y mentiría si dijera otra cosa.
Hay cosas que no se deben sentir, y si se sienten se deben
callar. Porque es vergonzoso que sintamos eso. Y la vergüenza obliga a callar.
Y si esos sentimientos se muestran –con la pretensión de ser sincero- se convierte uno en un
sinvergüenza.
Y si se dicen, y se enseñan públicamente y no se siente
vergüenza, estamos a dos pasos de justificar ese sentimiento.
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