22 junio, 2014

El silencio imposible.

Este fin de semana hemos acudido varios amigos con nuestras caravanas para instalarnos junto al jardín de uno de ellos, en un pueblo de Zamora. Está al lado de un pantano, en una zona apartada de toda civilización. Serían dos días ideales para disfrutar del silencio pero cuando llegamos han instalado unos bafles cerca del porche y suenan canciones antiguas.

Al día siguiente, cuando despierto se oyen los pájaros y se está muy bien. Pero enseguida los anfitriones, creyendo que nos hacen un favor, ponen de nuevo música, ésta vez más actual.

Me gustaría tener confianza suficiente para decir que preferiría escuchar el silencio, pero no me atrevo.
Supongo que ese silencio, del que yo disfruto, a ellos les parece excesivamente rural, poco urbano, poco habitable. Con la música pretenden convertir nuestro espacio en algo más acogedor, un lugar convencional de convivencia.


Lo pasé bien, pero de vez en cuando se me hacía presente, como una pequeña tortura, el hilo musical que sonaba a todas horas, impidiendo que pudiéramos sentir el silencio que es imposible escuchar en la ciudad. 

4 comentarios:

  1. Pues si, este tema de la música ambiental es un poco condena. A mí me pasa en el supermercado, en las tiendas de ropa donde a veces me voy sin comprar, en la piscina, en algunos restaurantes... Y me pregunto si no será una cuestión de salud laboral para los que trabajan en esos entornos, para mí sería causa de estrés añadido...

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  2. Isaac, A mí no suele molestarme la música. Pero me molestó este finde, en el campo, cuando hubiera sido una delicia poder escuchar a los pájaros.

    También me molesta en las piscinas.

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  3. La próxima vez, Isaac, enlaza tu blog de fotos. Es un modo rápido de poder echarle un vistazo.

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  4. Hoy al pasar por la Plaza Mayor he observado cómo se oían las televisiones que los bares sacan ahora a la calle para entretener a la gente de las terrazas. Tenían puesto fuerte el sonido y se oían cuando paseaba por la plaza. Me parece fatal. Una cosa es el ruido ambiente que se oye de gente que charla por todos lados y otra el ruido de las televisiones. En fin, las locuras del mundo moderno.

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