Ayudar a los cercanos
Se supone que un profesor tiene que evaluar con justicia.
Sin embargo es muy frecuente la petición que me hicieron hace unos días. “Súbeme
un punto porque necesito una nota alta para hacer la carrera que quiero”. ¿Debería
atenderse una petición así? ¿No es una injusticia clara poner a un alumno la
nota que no merecía con el único fin de que esté mejor situado en la
competición que libra con otros estudiantes de su edad? ¿No se está cometiendo
un agravio comparativo en relación con todos aquellos que obtuvieron su nota sin
que nadie les regalara nada?
¿Por qué puede hacerse esta petición sin avergonzarse y
considerando que se pide algo legítimo? ¿Por qué hay profesores que suben la
nota por este motivo haciéndolo público y sin necesidad de esconderlo?
Porque existe una especie de norma moral que antepone “la
ayuda al cercano” a “la justicia equitativa”.
Un compañero mío asistía al examen de selectividad con los alumnos –es obligatoria la presencia de un profesor acompañante por cada centro- y les “chivaba” preguntas durante el examen para ayudarles si podía. A mí, que he acompañado a los chicos muchas veces, me escandalizaba –me escandaliza- su conducta. Ese profesor no está allí para eso. Su objetivo y su deseo debe ser que evalúen a sus alumnos con justicia, no que salgan bien parados ayudando les a hacer trampa. ¿Es que copiar en los exámenes estaba mal durante el curso y pasa a estar bien cuando llega el examen de la Universidad?
Hay quien privilegia la solidaridad con el cercano y
conocido por encima de la justicia para todos.
También existe en los institutos, llegado el momento de
calificar y pensando en la notas de corte, una llamada a calificar alto. “Porque
en los colegios privados hinchan las notas y tenemos que ayudar a nuestros
alumnos” se dice. Hemos intentado durante el curso ser justos,
pero cuando se acerca la feroz lucha por entrar en la Universidad dejamos de
creer en el “cada uno lo que se merezca” y pasamos al “que ganen los nuestros”.
lo que me da màs pena de todo esto es que, el alumno respetuoso, que no quiere o no puede, o no se atreve, a solicitar ese trato de favor, se queda atrás, este país cainita, deshonesto, de pícaros, donde siempre ganan los espabilados, lástima.
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