12 abril, 2014

El punk no ha muerto.





En la asignatura de filosofía tengo que explicar la diferencia entre dos modos de concebir la verdad. La teoría de la verdad como correspondencia y la teoría de la verdad como coherencia. La primera es la concepción tradicional, la de Aristóteles. Algo es verdad cuando lo que decimos, (lo que pensamos) se adecúa a lo que sucede en la realidad. La otra concepción es propia de los idealistas y también de las matemáticas. Una afirmación es verdad cuando es coherente y casa con todas las demás afirmaciones que sabemos que son verdad. Es la verdad de un sudoku.
 
A mí, que se me da bien la lógica, o al menos no se me da mal, me interesa mucho la verdad como coherencia. Por ejemplo, cuando debates con alguien, puede ser difícil mostrarle que las cosas no son como él dice que son, pero sin embargo es muy fácil escuchar sus tesis, deducir qué se sigue de ellas y luego encontrar contradicción entre éstas y algo que él mismo ha dicho o se sigue de lo que dijo.

Os pondré un ejemplo.

En un breve artículo sobre “el movimiento punk” explicaba que en un primer momento, cuando nace entre la juventud británica, uno de sus lemas (o quizás el lema) es “no future”. Aquellos jóvenes se mostraban muy pesimistas sobre su futuro y eso les llevaba a negarlo para ellos y para todos. No hay futuro.
Pasan los años, y esos mismos jóvenes consiguen imponer su estética, extienden su música y triunfan a su manera. En determinado instante, quizás cuando la cosa comienza a declinar, se empieza a repetir “punk’s not dead”. El punk no ha muerto. Es decir, que el punk tiene futuro. ¿Hay o no hay futuro? Aclaraos, muchachos.

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