El punk no ha muerto.
En la asignatura de filosofía tengo que explicar la
diferencia entre dos modos de concebir la verdad. La teoría de la verdad como
correspondencia y la teoría de la verdad como coherencia. La primera es la
concepción tradicional, la de Aristóteles. Algo es verdad cuando lo que
decimos, (lo que pensamos) se adecúa a lo que sucede en la realidad. La otra
concepción es propia de los idealistas y también de las matemáticas. Una
afirmación es verdad cuando es coherente y casa con todas las demás afirmaciones
que sabemos que son verdad. Es la verdad de un sudoku.
A mí, que se me da bien la lógica, o al menos no se me da
mal, me interesa mucho la verdad como coherencia. Por ejemplo, cuando debates
con alguien, puede ser difícil mostrarle que las cosas no son como él dice que
son, pero sin embargo es muy fácil escuchar sus tesis, deducir qué se sigue de
ellas y luego encontrar contradicción entre éstas y algo que él mismo ha dicho
o se sigue de lo que dijo.
Os pondré un ejemplo.
En un breve artículo sobre “el movimiento punk” explicaba
que en un primer momento, cuando nace entre la juventud británica, uno de sus
lemas (o quizás el lema) es “no future”. Aquellos jóvenes se mostraban muy
pesimistas sobre su futuro y eso les llevaba a negarlo para ellos y para todos.
No hay futuro.
Pasan los años, y esos mismos jóvenes consiguen imponer su
estética, extienden su música y triunfan a su manera. En determinado instante,
quizás cuando la cosa comienza a declinar, se empieza a repetir “punk’s not
dead”. El punk no ha muerto. Es decir, que el punk tiene futuro. ¿Hay o no hay
futuro? Aclaraos, muchachos.
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