17 marzo, 2014

Palabras y realidades.

Tengo un alumno sordo. Varios intérpretes de la lengua de signos acuden a clase pagados por el ministerio para que el alumno se entere mejor de lo que explicamos.
Por el intérprete me entero que entre los sordos están muy mal vista la palabra "sordomudo". No tenía ni idea. Por lo visto les parece fatal que se les llame mudos cuando no lo son. Es cierto, mi alumno habla. El sonido de su voz está un poco distorsionado pero se le entiende perfectamente y desde luego no tiene sentido llamarle mudo. Procuraré no usar nunca más esa palabra.

Hablando de estas cosas también me cuenta que la palabra "minusválido" es una palabra a retirar. Ahora lo correcto es llamarlos "discapacitados". Ya en tiempos Zapatero dijo algo parecido.

A mí el asunto me recuerda al personaje del cortometraje "Cuerdas", un paralítico cerebral. Y me recuerda la discusión que tenía con M.A. a propósito del aborto.

Vivimos en una sociedad de locos. Por un lado se pretende tener la máxima sensibilidad en el uso del lenguaje (no vayamos a herir la sensibilidad de nadie) y por otro, con la ley del aborto de Zapatero, se transmite a los "discapitados" un mensaje clarísimo:

A personas como vosotros (a los síndromes de Down, por ejemplo) lo que hay hacer es no dejarlas nacer. Por vuestro bien. O por el nuestro.

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