07 marzo, 2014

Mi mujer y su kakebo.


No sé si sabéis lo que es un kakebo. La idea que yo tengo es que se trata de una agenda de origen japonés en la que se van apuntando todo tipo de gastos. Esa recogida de información por partidas (lo que gastas en limpieza, en comida, en ocio, en luz, en agua… ) se supone que ayuda a controlar el gasto, porque  conociendo realmente en qué se va el dinero puedes más adelante decidir recortar aquí o allá.

Se la recomendó una persona metódica, disciplinada y con dinero. Quizás tiene dinero por ser metódica y disciplinada, pero no es ese ahora el tema. Esa persona gasta, pero tiene un problema: cree que gasta demasiado, o dicho de otro modo, piensa que gasta su dinero en cosas en las que no debía gastarlo. Por cierto, como ejemplo de que tiene dinero os diré que su marido lleva una pulsera electrónica que le dice, vía ordenador, la cantidad de pasos al día que da. O dicho de otro modo: su nivel de actividad, es decir, cuánto se ha movido durante el día. ¿Le sobra o no le sobra el dinero?

Me estoy saliendo del tema. La agenda cuesta, por ser japonesa, por ser mágica y porque hay gente a la que le sobra el dinero, un montón de euros. Muchísimo más que cualquier otra agenda. Un precio desorbitado para lo que es.
Lo vi venir. Mi mujer la compraría y se cansaría de apuntar a los tres meses. Me equivoqué. Me equivoqué porque mi mujer no ha hecho un solo apunte. Estamos en marzo y la agenda está sin estrenar.

Al final se ha cumplido lo que yo pensaba. La mejor manera de ahorrar con el dichoso kakebo es no comprándolo. Te ahorras, al menos, lo que cuesta la agenda. 

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