31 diciembre, 2013

Llorando en la cama.

Ignoro qué edad tenía, pero sí sé que ya podía quedarme solo en casa al cargo de mis hermanos. Esto sucedía cuando mis padres marchaban a Zamora a ver a unos amigos que vivían allí. Mis hermanos y yo teníamos la instrucción de cenar y acostarnos sin esperarlos, sabiendo que ellos llegarían de madrugada.

Algunas de aquellas noches me despertaba después del primer sueño y si comprobaba que no habían regresado aún me ponía a llorar en silencio, en la cama, imaginando que habrían muerto en un accidente. Aún recuerdo la amargura de aquellos ratos y el dolor de pensar que me había quedado huérfano con mis cuatro hermanos.


Lo de sufrir por problemas imaginarios me viene desde niño.  

1 comentario:

  1. Creo que me he acordado de esta escena de infancia tras ver llorar por la noche en la cama a los niños de "Paracuellos", el comic del que hablaba en la entrada anterior.

    Desde luego sus historias son tristes pero llenas de humanidad.

    HAy un diálogo que he visto repetirse varias veces en las distintas entregas de Paracuellos (hay seis volúmenes).

    Un niño está llorando por algo que le ha sucedido y sus compañeros saben la razón. Entonces le preguntan. ¿Estás llorando? Y el responde "no". Y luego añade: "Bueno, sí, pero no es por eso."
    Me parece enternecedor ese no querer reconocer que algo te ha herido y que te hace llorar.

    Una de las últimas historias cuenta la vida de un chico que está en el "Hogar de Auxilio social" porque su madre murió y su padre se casó con otra con la que ha tenido nuevos hijos. Un día al año, todos los años, el padre saca al chico de la residencia para ir a hacerse la foto del carnet de familia numerosa con su nueva mujer y sus "hermanitos". Ese día el chico pasa un rato en casa con "sus hermanitos", juega con los juguetes que estos tienen y finalmente su padre le devuelve de nuevo al "hogar".

    En fin, repito que las historias son muy tristes pero merecen la pena. Lo de "la pena" nunca mejor dicho.

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