La sabiduría de Trapiello.
Es solo
una frase, pero encierra una gran sabiduría. Estás sacada de uno de sus diarios, creo de "Las inclemencias del tiempo".
Enredarse
en una verdad minúscula.
Alguien
había dicho una estupidez contra Trapiello, o le había hecho algún otro tipo de
afrenta. Trapiello llevaba horas venga a darle vueltas al artículo que
publicaría para responder y dejar en evidencia al bobo. Y entonces se da cuenta
y decide no escribirlo. Se da cuenta de la pérdida de tiempo. Pero no solamente
eso, es pérdida de vida. Y es entonces cuando Trapiello escribe la frase feliz.
"Enredarse
en una verdad minúscula".
Está
muy expresivo lo de la verdad minúscula, porque no se trata de que en la
refriega no lleve razón uno, no es que no sea verdad lo que le diría al bobo,
pero es una verdad que no va a ningún sitio ni alimenta a nadie. Es una verdad
inútil, que te distrae de las buenas verdades.
Y lo
más curioso es que a Trapiello le pasa con cierta frecuencia. Quizás por eso ha
sabido verlo. Se enreda en los pequeños desprecios que alguien le hizo y se le
envenena la sangre para nada. Es muy ajustado también lo de “enredarse”, le das
vueltas y vueltas y no hay manera de desenmarañar los hilos y te sientes así: enredado.
Recuerdo
el prólogo de uno de los diarios en los que denigra el aspecto de un catedrático de literatura porque desanimó a un estudiante que quería
hacer una tesis sobre sus diarios. “Sobre la vida cotidiana nunca se ha hecho
literatura” decía el catedrático, o algo así. Y Trapiello, herido y vengativo, le dedica el
prólogo con gran desprecio… enredándose en una verdad minúscula.
En
algún sitio dice Trapiello que una obra de arte hay que celebrarla, no hay que
criticarla ni analizarla, sino celebrarla. De acuerdo, ¿qué sentido tiene sacar
defectos a los diarios en lugar de celebrarlos?
A uno le
gustaría que “nuestro protagonista”, con el que uno se identifica, estuviera
por encima de nuestras miserias y nunca se enredara en verdades minúsculas.
Precisamente porque a uno también le pasa, sueña con que su escritor sea más guapo que uno.
Y esta
entrada, que comenzó muy bien alabando lo bueno, termina mal, enredado en la
minúscula verdad de criticar lo malo.
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