30 noviembre, 2013

Una ex-alumna y la seguridad ciudadana.

Ella fue alumna mía en clase de ética cuando estudiaba cuarto de la ESO. Ayer la volví a encontrar en la calle. Le he dado clase también en el Bachillerato y ahora está estudiando su primer curso de Filosofía, ya en la Universidad. Cuando la conocí tenía 14 años y fue el año del 15 M. Ella, con otros compañeros, participó en algunas de las cosas que se hicieron aquí. En clase de ética expliqué como el Estado tiene el monopolio de la violencia legítima. La policía –y solo ella- puede utilizar la violencia de modo legítimo en determinadas circunstancias. Nos estrenamos discutiendo este asunto y si la policía actuaba o no correctamente por aquellos días. Yo observaba entonces con gran expectación el movimiento 15M y miraba con gran simpatía la pasión, el candor y la buena fe con la que algunos de mis alumnos más jóvenes se implicaban en temas políticos. Recuerdo una amiga suya que estaba “flahseada” de su estreno en este campo. “En una asamblea, aprendes más de política que en todo un año de clases”. Les di protagonismo y cancha a aquel grupo, en la clase de aquel año, para que contaran algunas de las reivindicaciones del 15 M –cuando venía más o menos a cuento- y ellos lo agradecían y los compañeros que escuchaban también. He debatido con ella sobre algunos asuntos a lo largo de estos años y casi nunca estamos de acuerdo. Sin embargo, reconozco su buena intención, admiro la inocencia de su juventud y su deseo de justicia y me gustaría tener las ganas de cambiar el mundo que ella tiene. Ayer, mientras ambos esperabamos en la cola de un bar para comprar un pollo asado, ella se lamentaba de la ley que está elaborando el Ministerio del Interior. Me decía que por llevar una capucha en una manifestación, te pueden poner no se cuántos euros de multa y por encerrarte en una facultad –ella había estado hacía unos días- no se cuantos más. Yo la escucho y no sé qué decir. Aunque no estoy muy enterado, creo que si me intereso voy a estar más a favor del proyecto de ley que de sus quejas. Sin embargo, me duele su disgusto y me admira su juventud. Me decía que sigue activa y guerrera, ahora en contra de la ley Wert. Y al mismo tiempo me confesaba su desilusión. “Estamos dándolo todo y todo sigue igual.” Además se quejaba de la gente, que no se implica como sería deseable. Ya en casa, leo en los periódicos lo relativo a la ley de seguridad ciudadana. ¿Es un exceso represivo para silenciar la más mínima crítica o la legítima defensa contra determinadas conductas intolerables? Si no la conociera a ella, me apuntaría inmediatamente a pensar que se trata de lo segundo. Pero el hecho de conocerla y mi encuentro con ella me obligan a dudar. Quería dejar aquí testimonio de mi perplejidad. Quizás ellos tengan también su parte de verdad. O quizás no y están ofuscados por sus buenos deseos. Podría hacer una entrada del blog discutiendo los pormenores de la ley. ¿Tendré tiempo para pensarla y redactarla? Rebatiendo –por ejemplo- a Ada Colau, que dice –demagógicamente- que no se puede penalizar determinada estética, hablando en relación con las capuchas en las manifestaciones. ¡Cómo si lo que la ley quiere penalizar fuera una estética!

1 comentario:

  1. Y después de este despropósito fascistoide ¿alguien en su sano juicio puede pensar que vivimos en una democracia? http://diario-de-un-ateo.blogspot.com/2013/10/de-verdad-espana-es-una-verdadera.html

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