11 octubre, 2013

¿Quién me querrá?


Mi madre dice que por primera vez se ha planteado que ya le queda poco para morirse. Antes no lo había pensado nunca. Ha estado siempre sana, un poco de artrosis en las rodillas, pérdida paulatina de la vista… nunca nada grave. Pero estos olvidos constantes de los que es consciente, aunque muchas veces la niegue, la va colocando cara a cara frente a su vejez y su corolario final: la hermana muerte que decía S. Francisco de Asís.

Está preocupada. Cuando es consciente está preocupada. El otro día, de buen humor, sin pena, sin angustia me preguntó…¿Qué va a ser de mí?

¿Qué va ser de mí? Debía haberle dicho que no se preocupara, que sus hijos cuidaríamos de ella. Que YO cuidaría de ella. No se me ocurrió. Como soy de filosofía solo alcancé a decirle que Zubiri escribió que esa es la pregunta que se hace todo ser humano. Y que a continuación -continúa Zubiri- viene la pregunta ética. ¿Qué voy a hacer de mí? El ser humano hace su propia vida y ese hacerla es campo de la ética.
No hace falta que me digáis que eso no es lo que hay que responderle a una madre cuando pregunta lo que preguntó, pero eso es lo le respondí.

Otro día, escuchando a Cristina Rosenvinge, me volví a acordar de mi madre, debido a aquello que me preguntó.
La canción dice así:
















Quien me querrá
cuando el cielo se vuelva oscuro
y no haya más que decir.
Como se va el futuro
sin nada para mi.

Quien me dirá
ay mi Lola Lolita Lola
qué poco queda ya
para contar las olas
del otro lado del mar
Quien me hará sonreir
quien cuidará de mi
si tú te me vas
te me vas.

1 comentario:

  1. Recuerdo a Uriarte citando a Borges: la única obligación de los hijos con sus padres es la de ser felices. Uriarte no lo tiene tan claro. Yo creo que el argentino llevaba razón.

    He cometido el peor de los pecados
    que un hombre puede cometer. No he sido
    feliz. Que los glaciares del olvido
    me arrastren y me pierdan, despiadados.

    Mis padres me engendraron para el juego
    arriesgado y hermoso de la vida,
    para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
    Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

    no fue su joven voluntad. Mi mente
    se aplicó a las simétricas porfías
    del arte, que entreteje naderías.

    Me legaron valor. No fui valiente.
    No me abandona. Siempre está a mi lado
    La sombra de haber sido un desdichado.

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