12 agosto, 2013

Ese sentimiento del "por que tú lo vales".

En esta entrada decía que todo bien tiene un componente social. Además del bien en sí mismo está la significación que tiene para los demás y eso muchas veces cuenta tanto como el bien mismo. No hay más que reparar en que uno de los reclamos de la publicidad es que algo sea “exclusivo”.
También el vendedor puede invitarte a comprar diciendo que ese diseño es muy “original”. Como en el caso anterior pretende que el producto te distinga de la masa.
Pero no escapamos del componente social cuando hacemos lo contrario. El vendedor en una tienda de ropa puede decirte que algo está muy de moda y que se ha vendido muchísimo. Aquí se busca al público que busca identificarse con el hombre normal pero para venderlo ponen en valor –como en el otro caso, aunque de otro modo- su significación social.

¿Por qué me rondan últimamente en la cabeza estos asuntos sobre los me aclaré hace mucho?

Porque cuando viajo no puedo olvidarme de la significación social de viajar. Yo en Arenas de San Pedro disfruto muchísimo –ir allí no es viajar para mí, es mi casa de verano-  y podría pasar allí los dos meses sin aburrirme lo más mínimo. Es a mi mujer a la que más le gusta viajar. Y en gran parte lo hago por ella. Pero por ese componente social que tiene todo disfrute cuando viajo -como en este caso diez días a la playa y luego veinte a Londres- alguien en mi cabeza me está diciendo: esto es algo especial, no lo puede hacer todo el mundo, es algo valioso, algo envidiable. Y no digo con esto que yo no disfrute haciéndolo y solo disfrute contándolo. Lo paso muy bien paseando por los mercadillos de Schoreditch o por los jardines de Kew Garden pero es como si un porcentaje no pequeño de ese pasarlo bien proviniera del hecho de la significación social que tiene.


Cuando se lo intento explicar a la gente me siento un incomprendido. Parece que lo único que quiero decir es que me gusta presumir. Y lo ven como si eso fuera algo que me pasa en mayor proporción a mí, porque lo digo. Pero no es esa la idea principal. Aunque yo no presumiera ante nadie eso no evitaría que yo me sintiera especial o un privilegiado porque yo lo sé, como la mujer que se siente muy segura y atractiva porque viste una lencería elegantísima bajo su ropa. Y ese sentimiento que descubro en mí, es algo general, aunque mucha gente lo viva de modo inconsciente.




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En fin, como lo he dicho de pasada a lo mejor alguno no se cosca. Camden Town está muy bien pero ahora los que somos modernos (modernos de verdad) cuando venimos a Londres vamos los domingos a los mercadillos de Shoreditch . Je, je. No lo digo yo, lo dice El País.

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