20 agosto, 2008

LÓGICA Y LENGUAJE.

Un conferenciante explicaba de qué manera en el lenguaje común dos negaciones son una afirmación. “No es verdad que no llueva” significa que llueve.
Y el conferenciante muy seguro de su discurso seguía explicando:

- Sin embargo esto no sucede con la afirmación. Dos afirmaciones seguidas no son nunca una negación. Dos afirmaciones son una afirmación.

Y entre el público se oyó una voz que decía irónica: Si, si.


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Esta famosa y genial anécdota (que no he inventado yo) pone en evidencia que el lenguaje no siempre es lógico y la comunicación lingüística no se basa únicamente en el contenido de lo que se dice. Otros factores son decisivos. Lo ilustraré con un ejemplo de mi cosecha.

Hace unos días cené en casa de unos amigos. El plato fuerte de la cena eran canelones. Como de todo pero odio los canelones. Es superior a mis fuerzas. Mi padre perdió la batalla el día que siendo niño quiso obligarme a comérmelos. Aquella ocasión me costó un severo castigo pero me repugnaban de tal manera y le monté tal escena, que nunca más en casa volvieron a intentar que los comiera.

En la cena de la que os hablo de hace unos días, no entiendo por qué, supongo que para no desairar a la cocinera, no supe decir lo mucho que me disgustaban. Si me hubiera atrevido a sugerirlo de un modo gracioso desde el primer momento me habría ahorrado la desagradable experiencia de tener que comerme un plato entero con grandes esfuerzos y ayudado con pan. Pero lo que quería contar fue lo que respondí cuando la anfitriona quiso saber si me habían gustado.

Con la convicción del que sabe que no miente dije:
Nunca en ningún otro sitio había comido un plato de canelones como los que he comido hoy aquí.

¿A que estuve genial? Aunque la próxima vez me aseguraré antes de que no hay para repetir.

3 comentarios:

  1. Es muy divertido tu relato , pero ten cuidado con esas lindas mentiras. Yo una vez hice los mismo en casa de mi abuela con un plato de arroz con leche y después me pasé 8 años comiéndolo cada domingo (nunca tuve el valor suficiente para decirle la verdad).
    Por cierto, me gustaría haber visto la cara de mi prima.

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  2. Sobre lógica y gastronomía supongo que conocerás aquel del lógico y el ético que compartían mesa en un banquete: Pasan una bandeja con espárragos y el lógico corta todas las puntas y se las sirve a sí mismo, el ético, escandalizado, pregunta: "pero ¿cómo hace usted eso?", a lo que el lógico responde calmadamente: "es que las puntas son mejores, ¿no sabía usted eso?".

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  3. Está muy bien la historia, serenus.

    Mi padre contaba otra parecido:
    Dos señores delante de una bandeja de pasteles donde hay uno grande y uno pequeño.
    Uno de ellos coge el grande y el otro se queja.
    - Es usted un mal educado.
    - ¿Por qué? ¿Usted cuál hubiera cogido?
    - el pequeño.
    - Pues ahí lo tiene.

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