Un recuerdo
Ayer, encontré esto en un correo antiguo y me pareció divertido. Os lo copio.
Yo he tenido un verano que puedo calificar, sin mentir, de feliz.
Si se pudiera ahora mismo repetía.
Tengo todo lo que se le puede pedir a la vida. Claro está que yo no soy muy exigente.
Por tener, tengo hasta lo que no le pido: un esguince.
Estoy yendo a un fisioterapeuta. Hoy ha sido mi primer día, nunca había ido a una sala de fisioterapia y ha sido emocionante.
Un enfermera joven, presumiblemente tan agradable al tacto como a la vista, me llamó por mi nombre en la sala de espera y me condujo a una sala grande con seis o siete camillas de esas que tienen los médicos para reconocer a los pacientes.
Señaló una de ellas y dijo con voz muy clara.
"Marcos, nos vamos a tumbar en esta camilla". A médicos y enfermeras les han dicho que tienen que llamarte por tu nombre, por aquello de la cercanía.
"Nos vamos a tumbar" Utilizó el plural. Lo prometo. Primera persona de plural...
Aquello iba a ser más interesante de lo que yo suponía.
Pero como no creía que un verano feliz tuviera un colofón tan redondo le pregunté muy serio.
¿Cuando dice "NOS vamos a tumbar" se refiere a usted y a mi?
Y a la inversa.
ResponderEliminarMe ha pasado hoy. Estoy ante uno de los tipos de “enfermo” que peor me caen por la capacidad que tienen para desarrollar una actividad incesante a la búsqueda de sus enfermedades dándole la lata a sus familiares, médicos y a todo el que se ponga a su alcance. No parece que sufran angustia hipocondríaca y si de disfrutar de la atención, las mil pruebas y las bajas … Pongo aire escéptico, cara de sorpresa irónica, y expelo palabras de mosqueo ante tanta casualidad no confirmada … ¡Y se pone a tutearme! ¡A mí, que siempre me presento con mi apellido precedido del Dr. tradicional!