UN MAESTRO
MP se jubila este curso, es uno de los maestros de mi instituto y ha dado clase desde hace mucho tiempo a los de primero y segundo de la ESO.
MP sabe hacer su trabajo y nos lo ha demostrado este curso.
En uno de los grupos de segundo a un alumno le entró fobia escolar. Se comprobó que el niño no sufría acoso por parte de sus compañeros, pero se negaba de tal manera a ir clase que sus padres tomaron la determinación de que se quedara en casa. Comenzó a ser tratado por un médico, y la Junta le puso un profesor de apoyo que se acercaba unas horas a la semana a su casa para que siguiera sus estudios desde allí.
MP, que era su tutor, también lo visitaba un rato todas las semanas o cada quince días para saber de él, aunque las primeras visitas sólo hablaba con la madre porque el niño se encerraba en su cuarto y no quería verlo de ningún modo.
Poco a poco, con el tiempo, su aversión fue cediendo. Ya salía muchas veces a abrirle la puerta y en alguna de aquellas visitas se examinó de asignaturas que él estudiaba solo, con su madre y el profesor de apoyo.
Más adelante se acercó a hacer los exámenes al Instituto, pero por las tardes. Iba a la biblioteca y allí el profesor encargado lo vigilaba mientras realizaba las preguntas que sus maestros de la mañana le habían dejado.
Lo que quería contaros fue el modo como MP consiguió terminar con la fobia de este niño.
Ya en el último trimestre, que este año ha sido largo, un día, en una de las últimas clases de la mañana, en la hora de tutoría, a MP se le ocurrió irse con los demás niños del grupo a buscarlo a su casa. Todos juntos le pidieron que volviera y consiguieron que fuera con ellos al instituto. Aunque todos lo celebramos, pareció una falsa victoria, porque al día siguiente, se presentó en el centro, sí, pero para decirle a su tutor que se volvía para casa.
MP no se desanimó y la semana siguiente mandó únicamente a sus amigos más cercanos, un pequeño grupo de cuatro alumnos, a primera hora, para que se viniera desde el comienzo del día a clase. Milagrosamente, esta segunda vez fue definitiva.
El niño no ha vuelto a faltar. Y hasta creo que no ha terminado el curso del todo mal.
Algunos de mis compañeros consideran que la idea que tuvo MP fue una genialidad. También yo creo que tiene mucho valor. Es cierto que el gesto se hizo cuando ya estaba la fruta madura, y que seguramente esa misma acción a comienzo de curso no habría servido de nada. Pero MP no se olvidó nunca del alumno descarriado y porque nunca lo olvidó (y le preocupaba) supo ver cuando la idea de ir lo a buscar con los demás niños a su casa podía conseguir algo.
Vamos a echar de menos a MP, su generosidad y su saber hacer.
Nuevo Look!!!
ResponderEliminarY gran maestro. Que es una palabra más noble que profesor.