14 noviembre, 2007

INSPIRADOS

Hace un semanas, mi hermano y yo cenábamos en casa de mi padre y aquella noche estábamos inspirados.

- A mí lo que más me extraña de la muerte de otros es lo poco que realmente nos afecta a los demás. Si exceptuamos la pérdida de un hijo o del cónyuge (que deben ser terribles) las otras muertes no cambian realmente nuestra vida y casi ni nos afectan. Cuando yo era pequeño creía que el hecho de que alguien se muriera era algo muy grave. Precisamente porque no había vivido la de nadie realmente cercano. Ahora que he pasado por la defunción de unos cuantos tíos y de mi suegro, me doy cuenta de lo poco que realmente nos importa lo que le pasa a otro. ¿Cómo podemos vivir con tanta frialdad y alejamiento la desaparición de uno de nosotros? ¿Somos conscientes de los egoístas que realmente somos?
Y al mismo tiempo que me choca, me doy cuenta que no puede ser de otro modo. La vida sigue y cada uno continúa con sus preocupaciones diarias asumiendo sin gran trastorno lo que ha pasado.

- A mí sin embargo lo que me estremece es lo poco que queda de las personas. Da lo mismo de quién se trate. Alguien ha podido ser muy importante o muy rico en la vida pero llegada la hora final se reduce a nada. La muerte se lo lleva y todo aquello que fue y le dio poder sobre otros en la vida ya no le sirve de nada. Cuando alguien está sano parece que va a vivir eternamente y que siempre tendrá la importancia social que ha ido adquiriendo con los años. Hace poco le dió un derrame cerebral al director de mi hospital (un hombre relativamente joven, con mucho mando) y a los pocos meses se moría. Fíjate en Polanco. Tanto en vida y luego nada.

Mi padre nos escuchaba sin hablar. Cuando cesamos en nuestras disertaciones los dos lo miramos por si tenía algo que aportar. Él dijo muy serio:

Tú has dicho que “el muerto al hoyo y el vivo al bollo” y tú que “no somos nadie”. Grandes reflexiones. Sobre todo, originales. Disculpad que no participe: Ya no tengo edad para pensar en la muerte.

Y se fue a por un yogur.

1 comentario:

  1. Tu padre no sólo pinta bien (he visto algún cuadro suyo) sino que además es un genio. No se puede decir más con menos.

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