ELOGIO DE LA VAGANCIA.
Mi madre decía que yo era como el del cuento.
"-mamá, quiero caldo
- trae el plato
- ya no quiero caldo"
Si tengo que molestarme me pienso dos veces si lo que deseo merece la pena.
“Merecer la pena”. Esta frase hecha da a entender que todo tiene su lado amargo, la pena, pero muchas veces el lado dulce lo compensa. Es cuando algo merece la pena.
Mi madre, cuando mis hermanos y yo éramos niños, siempre nos ponía la leche con azúcar. Pero un día se cansó, dijo que ya éramos mayores. Decidió que partir de entonces el desayuno nos lo hacíamos nosotros. Desde ese día dejé de echarle azúcar. A mi me gusta así. Buscar el azucarero, coger una cucharilla, echarla y moverla. ¡Uf! Con lo cómodo que es cogerla de la nevera, servirte un vaso y listo.
¿Se puede ser más vago? Ahora me parece ridículo pero os prometo que así fue.
“La marca del precio en el bollo lo cambia al bollo de gusto”.
¿No os parece que esta frase de García Calvo está cargada de razón?
¿Merece la pena la victoria si antes ha habido que pelear mucho? ¡Que le den tila!
¿Hay que hacer cola, forcejear con alguien, molestarse para conseguirlo? Pa ellos.
Nada peor que esos bares atiborrados en los que te tienes que abrir hueco hasta la barra y anticiparte a otros clientes también ansiosos para que te sirvan. Prefiero no tomar nada o irme a otro sitio.
¿Merece la pena la victoria si antes ha habido que pelear mucho? ¡Que le den tila!
¿Hay que hacer cola, forcejear con alguien, molestarse para conseguirlo? Pa ellos.
Nada peor que esos bares atiborrados en los que te tienes que abrir hueco hasta la barra y anticiparte a otros clientes también ansiosos para que te sirvan. Prefiero no tomar nada o irme a otro sitio.
A Pilar le encanta cambiar los muebles de sitio. A mí me gustan donde están. Siempre donde están.
¿Por qué no disfrutar con lo que no cuesta, con lo que hay, con aquello que está a la mano y no supone sacrificio ninguno? Gozo con lo que tengo y no sueño con nada más. Soy feliz.
¿Por qué no disfrutar con lo que no cuesta, con lo que hay, con aquello que está a la mano y no supone sacrificio ninguno? Gozo con lo que tengo y no sueño con nada más. Soy feliz.
El problema son mis hijos. ¿No es esta actitud un pésimo ejemplo? ¿Cómo les explico que ellos aún no son funcionarios ni tienen asegurado un sueldo vitalicio?
Te comprendo perfectamente, yo también soy un vago, para hacer algo tengo que tener claro que es necesario no accesorio y que me a aportar algo bueno. Por ejemplo soy capaz de tener cierta disciplina con hacer ejercicio o limpiar el baño porque sé que eso me reportará un bienestar... pero economizo al máximo otras tareas domesticas, son una tiranía.
ResponderEliminarA tus hijos no debes explicarles nada. Les basta con mirar. Si les gusta lo que ven serán un par de brillantes funcionarios.
ResponderEliminarSi vivieras en Francia "Sarpozí" te echaría, ya que estás en contra de la cultura del esfuerzo, que me imagino que es la de los que levantan pesas en los gimnasios, los culturistas.
ResponderEliminarSu mujer debe de ser una santa.
ResponderEliminarMuchas cenquius a todos por vuestros comentarios, estos días atrás esto estaba bastante escaso.
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