SARTRE Y LA NAUSEA o algo parecido.
Hoy me ha invadido la angustia. Hace siete días que tengo vacaciones. ¡Siete días ya! ¿Los he aprovechado? ¿De verdad ha pasado tanto tiempo? ¿Qué he hecho que pueda decir, contento, “estoy satisfecho”? ¿No es cierto que aunque ha sido una semana tengo la sensación de que han sido cuatro ratos? ¿Por qué el tiempo de modo implacable sustituye un día por otro de manera que plegándolos todos en un acordeón siniestro el último oculta todos los anteriores?
De repente se me ha hecho presente una verdad conocida y cotidiana, pero no por eso menos dolorosa si lo piensa uno. Tarde o temprano mis vacaciones se acabarán. Ya sé que es una tontería, pasa todos los veranos y no se acaba el mundo. ¿No se acaba? ¿Estáis seguros que no se acaba? No lloro porque no puedo pero motivos no me faltan. Más pronto que tarde terminará el no hacer nada, este vagar libre, mi ocio sin ocupación.
¿Cómo voy a disfrutar hoy sabiendo que mañana todo ésto será nada? ¿No debo llenarme de tristeza? ¿No me llena de hecho de amargura imaginar que mi descanso tendrá un final? ¿Es posible disfrutar de algo que es fugaz? Anticipar con la imaginación un futuro mal ¿no lo hace presente y destruye cualquier gozo posible?
Es la una, la hora del vermut en la antigua Grecia. El camarero ha traído la caña y unas “patatas revolconas” muy ricas. El vientecillo que corre en esta terraza trae el aroma de los pinos cercanos. ¡Qué bien sabe la cerveza en estos días de calor! He escrito esto en el portátil para el blog. Estoy en el chiringo de la poza de Villarejo. Ahora me daré un bañito.
Hoy me ha invadido la angustia. Hace siete días que tengo vacaciones. ¡Siete días ya! ¿Los he aprovechado? ¿De verdad ha pasado tanto tiempo? ¿Qué he hecho que pueda decir, contento, “estoy satisfecho”? ¿No es cierto que aunque ha sido una semana tengo la sensación de que han sido cuatro ratos? ¿Por qué el tiempo de modo implacable sustituye un día por otro de manera que plegándolos todos en un acordeón siniestro el último oculta todos los anteriores?
De repente se me ha hecho presente una verdad conocida y cotidiana, pero no por eso menos dolorosa si lo piensa uno. Tarde o temprano mis vacaciones se acabarán. Ya sé que es una tontería, pasa todos los veranos y no se acaba el mundo. ¿No se acaba? ¿Estáis seguros que no se acaba? No lloro porque no puedo pero motivos no me faltan. Más pronto que tarde terminará el no hacer nada, este vagar libre, mi ocio sin ocupación.
¿Cómo voy a disfrutar hoy sabiendo que mañana todo ésto será nada? ¿No debo llenarme de tristeza? ¿No me llena de hecho de amargura imaginar que mi descanso tendrá un final? ¿Es posible disfrutar de algo que es fugaz? Anticipar con la imaginación un futuro mal ¿no lo hace presente y destruye cualquier gozo posible?
Es la una, la hora del vermut en la antigua Grecia. El camarero ha traído la caña y unas “patatas revolconas” muy ricas. El vientecillo que corre en esta terraza trae el aroma de los pinos cercanos. ¡Qué bien sabe la cerveza en estos días de calor! He escrito esto en el portátil para el blog. Estoy en el chiringo de la poza de Villarejo. Ahora me daré un bañito.
Estoy muy satisfecho de esta "entrada".
ResponderEliminarEs un buen ejemplo de lo que es mi vida. Me quejo, me lamento, sufro. Pero todo es como de mentira. Porque de algo me tengo que quejar.
Con las mujeres igual.
"¡Mira ésa!¡Mira aquella otra! ¡Qué feliz sería si pudiera estar con ellas!"
Y luego sigo, tan ricamente, con mi esposa.
De verdad que leer estas "angustias" podría parecer ofensivo a quienes tienen problemas de verdad. El tiempo pasa para todos y en vacaciones más rápido...
ResponderEliminarSi no lo piensas, si eres capaz de no contar los días que han pasado: si aceptas que dos meses son insuficientes para descansar,disfrutar y a la vez retomar los proyectos pendientes,
ResponderEliminarquizá lo lleves un poco mejor.
Tengo tu edad, y también trabajo en secundaria. Veo que a muchos nos pasa lo mismo.
He aterrizado en tu blog, como consecuencia del "desvío de tráfico" :)del blog de Sarapo, a quien hace un año que leo (aunque nunca he dejado un comentario).
...y me ha gustado Patatitas Pochas, con lo que has ganado una lectora que espera quedarse algún tiempo. Hasta pronto
teresa no sabes lo feliz que me haces. Una lectora más. GUA.
ResponderEliminarEs de humanos lamentarse por el fin de la dicha, anticipándose a ello.
ResponderEliminarDe humanos tontos.
Yo la primera.
La metáfora del acordeón me ha entusiasmado.
ResponderEliminarCoincidencias: en la entrada anterior (en realidad la siguiente) hablas de Ana y Elena. Yo me llamo Ana y mi hija pequeña se llama Elena. Elena tiene tres años --como la niña de tus vecinos-- y yo 41, pero creo recordar que alguna vez tuve 17.
Te juro que te quitaba las vacaciones y me las ponía a mi misma, que como soy de Educación Especial no me lo pienso tanto y las disfruto.
ResponderEliminarEndevé el payo...