GOZAR Y CRECER
Podemos dividir las actividades que solemos hacer en dos tipos: Actividades de recreo o de crecimiento.
Las primeras son las que se hacen por puro goce. Simplemente para disfrutar. No son productivas. Producen placer y nada más. Y nada menos.
Las otras amplían nuestros horizontes, nos hacen más “persona”, aumentan nuestras posibilidades de realización y nos perfeccionan. Estas últimas conllevan esfuerzo y riesgos. Suponen salir de lo conocido y habitual para conquistar nuevos campos de realización. Lo que producen no es placer propiamente sino alegría.
Dar un paseo, jugar a un juego conocido, estar con los amigos de siempre, descansar y pasar el tiempo de un modo entretenido yo las incluiría entre las primeras.
Aprender cosas de modo disciplinado y comprometido, cambiar de trabajo, tener hijos, las incluiría entre las segundas.
Me llega noticia de que mi cuñada, que es maestra en Madrid, ha conseguido una plaza para dar clases en Londres o en Liverpool, aún no sabe el sitio exacto. Ya estuvo en Tejas, aprendiendo inglés un curso, pero eso era cuando estaba soltera y sin hijos.
Lo de ahora supone que mi hermano Elías, médico, pedirá excedencia y se trasladará durante un curso allí con ella y ¡tres niños pequeños!
A mi me parece que claramente esta actividad se inscribe dentro de las segundas porque supone un esfuerzo grande (buscar casa y colegios para los niños -cinco años el mayor y uno y poco la más pequeña) y es salir de lo conocido. Conlleva riesgos que no correrían si siguieran aquí y amplia sus horizontes vitales (aprendes o consolidas tu inglés, conoces un nuevo país, consigues que tus hijos se hagan bilingües…)
Yo siento por ellos admiración y no me cabe duda de que es mejor meterse en ese proyecto que eludirlo. Sin embargo por mi carácter, más conservador y juguetón, después de haber conseguido lo que tengo, tiendo a disfrutarlo sin aspirar a más, o no a mucho más. De hecho con los hijos mucho mayores que ellos no me he metido en una empresa de similar enjundia.
Cierto es que durante este verano me estoy esforzando para mi hijo “crezca”, que es otro modo de ampliar mis horizontes yo. Lo cierto es que casi me veo obligado a ello. En todo caso, para bien o para mal, lo que me pide el cuerpo es disfrute.
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Las primeras son las que se hacen por puro goce. Simplemente para disfrutar. No son productivas. Producen placer y nada más. Y nada menos.
Las otras amplían nuestros horizontes, nos hacen más “persona”, aumentan nuestras posibilidades de realización y nos perfeccionan. Estas últimas conllevan esfuerzo y riesgos. Suponen salir de lo conocido y habitual para conquistar nuevos campos de realización. Lo que producen no es placer propiamente sino alegría.
Dar un paseo, jugar a un juego conocido, estar con los amigos de siempre, descansar y pasar el tiempo de un modo entretenido yo las incluiría entre las primeras.
Aprender cosas de modo disciplinado y comprometido, cambiar de trabajo, tener hijos, las incluiría entre las segundas.
Me llega noticia de que mi cuñada, que es maestra en Madrid, ha conseguido una plaza para dar clases en Londres o en Liverpool, aún no sabe el sitio exacto. Ya estuvo en Tejas, aprendiendo inglés un curso, pero eso era cuando estaba soltera y sin hijos.
Lo de ahora supone que mi hermano Elías, médico, pedirá excedencia y se trasladará durante un curso allí con ella y ¡tres niños pequeños!
A mi me parece que claramente esta actividad se inscribe dentro de las segundas porque supone un esfuerzo grande (buscar casa y colegios para los niños -cinco años el mayor y uno y poco la más pequeña) y es salir de lo conocido. Conlleva riesgos que no correrían si siguieran aquí y amplia sus horizontes vitales (aprendes o consolidas tu inglés, conoces un nuevo país, consigues que tus hijos se hagan bilingües…)
Yo siento por ellos admiración y no me cabe duda de que es mejor meterse en ese proyecto que eludirlo. Sin embargo por mi carácter, más conservador y juguetón, después de haber conseguido lo que tengo, tiendo a disfrutarlo sin aspirar a más, o no a mucho más. De hecho con los hijos mucho mayores que ellos no me he metido en una empresa de similar enjundia.
Cierto es que durante este verano me estoy esforzando para mi hijo “crezca”, que es otro modo de ampliar mis horizontes yo. Lo cierto es que casi me veo obligado a ello. En todo caso, para bien o para mal, lo que me pide el cuerpo es disfrute.
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La verdad es que las actividades de crecimiento suponen después disfrute. Por ejemplo cuando has vencido las barreras y has aprendido un idioma nuevo, es evidente y está claro que puedes disfrutar de sus ventajas. ¿Pero vosotros no estáis tentados de complaceros con lo ya conseguido sin aspirar a nada más?
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COMIENZA LA CUENTA ATRÁS, EN AGOSTO ESTE BLOG SE VA DE VACACIONES.
El mio también. Es que en agosto se sigue parando todo.
ResponderEliminarConozco un caso similar al que cuentas: un curso en Edimburgo. Una compañera mia pidió excedencia y se fue a acompañar a su marido, en año sabático. Tenía dos niños entre 4 y 8 años.