ESTAR
En verano vivir consiste en estar. Sencillamente. Sólo en eso. Nada más. Estar. Nadie te pide otra cosa. Respirar. Y eso lo haces sin darte cuenta, no supone esfuerzo. Un amable sosiego se apodera de mí y me domina una plácida lentitud para hacer las tareas. Es una tranquilidad que no tengo durante el curso y consiste en la ausencia total de ansiedad. No hay prisa, no hay propósito, no hay futuro. El ahora. Simple. Sólo ahora.
He salido en bañador al jardín común y me he puesto a leer bajo una sombra apartada de todo y desde no se ve a nadie. Leo “Cien años de soledad”. A mi me parece el ejemplo máximo de lectura inútil, pero por eso me gusta. El autor cuenta historias gratuitas, graciosas, raras, que sigues con interés y olvidas inmediatamente. El castellano es variado, evocador, sugestivo y entretenido. Lees una capítulo y es un fin en sí mismo. No sientes intriga de qué pasará después. Las cuatro curiosas historias que te ha contado te transportan a un mundo imaginario y liviano en el que estás bien. Es como un paseo sin rumbo que pudieras interrumpir exactamente cuando quisieras.
Una ráfaga de viento repentino hace que un montón de hojitas caigan a la vez del árbol debajo del cual estoy. Alguna se queda en mi pecho. Al estar yo echado boca arriba en una de esas sillas plegables que se convierte en tumbona no tiene ningún problema para aterrizar allí. La breve ventolera y su llegada interrumpen mi lectura y me dedico un rato a mirar el árbol bajo el que me protejo del sol. Observo las ramas por encima de mi, no necesito moverme para hacerlo dada la postura en la que estoy. Veo que desde lo más alto a cada rato se desprende alguna hojita y llega hasta el césped en seguida haciendo giros vertiginosos por el camino. ¿No es en otoño cuando sucede esto? El césped verde está salpicado con hojitas secas, que el jardinero retirará mañana con un rastrillo. Ha parado el aire y durante un rato largo nada se mueve. Todo está quieto. Sólo una frágil ramita se balancea con suavidad pero ninguna hojita se desprende de ella. Mañana de domingo, gran sensación de paz.
Parece que pudiera escucharse el paso lento del tiempo. Pero lo que en realidad llega a mis oídos es el pío-pío y los cantos de diferentes pájaros. ¿Disfrutaría más si supiera identificar y distinguir a qué especies pertenecen? No sé. En todo caso, su sonido es una delicia. Descubro que lo que creía el movimiento de una hoja en el aire es una mariposa blanca que se pasea cerca de donde estoy. Supongo que tendrá dos alas aunque en su rápido subir y bajar no las distingo. No da impresión de que controle mucho la dirección. Su aspecto es el de un papelito blanco que volara loco llevado por el viento. Es agradable sentir la naturaleza hospitalaria del jardín a mi alrededor.
Sigo leyendo a García Márquez.
De 22 a 2 comentarios. Está claro que como el tema de las drogas ya lo has tocado, ahora toca el sexo. Podrías tocar varios temas interesantes, como por ejemplo:
ResponderEliminar- ¿Cómo explicar el beso negro a nuestros hijos?
- ¿Debe ser la lluvia dorada patrimonio exclusivo de las clases pudientes?
- ¿qué resulta más atractivo a ojos de los hombres heterosexuales, el culo o las tetas?
¿Qué es más peligroso en verano, Yola Berrocal, o Loia berraco?
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