BIENESTAR. El peor ídolo.
En algún sitio dice d’Ors que el gran ídolo que no queremos
abandonar es el bienestar.
Conmigo ha acertado plenamente. En realidad, yo no quiero
vivir. Vivir supone novedad, riesgo, aventura. Yo soy esclavo de la comodidad.
Mi casa, mis hábitos, mi caravana (sin ir demasiado lejos) mis gatos, mis
rutinas, mis placeres, mi caña, mis libros, mis series.
Todo dentro del confort, sin molestias, saliendo de lo
conocido lo menos posible. La vejez de mi padre no me preocupa gran cosa, pero
sí las crisis, los cambios que arruinan mi monótono bienestar por unos días.
A veces pienso si no anhelaré la esforzada paz de la
meditación como una huida de la vida. Quizás busque en la meditación (su
silencio y su calma) un modo de asegurar ese bienestar gris que tanto me aterra
perder.
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