El novio del mundo.
Sigo leyendo a Felipe Benitez Reyes. Estoy ahora con El novio del mundo. Tan divertida como –El azar y viceversa.
La creencia de fondo de este autor es que la vida está gobernada
por el azar. No hay sentido, no hay providencia, todo es absurdo. El azar ciego
aparece por doquier explícitamente. No participo de esa creencia, pero el autor
cuenta las cosas con tanta gracia que cautiva. La palabra que mejor lo define
creo que es “ingenioso”. El ingenio son serpentinas y fuegos artificiales. En seguida
se convierten en nada, pero entretienen el tiempo.
Creo que Peter Berger en Rumor de ángeles defiende que el humor
es un signo de la trascendencia. Poderse reirse, poder mirar las desgracias
humanas con humor es un modo de mostrar que ese dolor puede ser trascendido.
Que la muerte no es la última palabra.
La gracia que exhibe Benítez Reyes constantemente de algún
modo no reconcilia con los males que narra. Supongo que todo esto es una
justificación que me busco para seguirlo leyendo pero lo paso muy bien y me parece
que merece la pena.
Me llama la atención que esta novela, El novio del mundo, que mereció el Premio Nacional de la Crítica y
el Premio Nacional de Literatura sea más ácida que El azar y viceversa. Parece que con los años el autor (nació en
1960, un año después que yo) se hubiera dulcificado y hecho más
amable. La pasión de la juventud, extremada, da paso a una visión menos amarga
de la existencia.
Ambas novelas merecen la pena ser leídas. .
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