23 junio, 2016

Adorando a un falso dios.

Sigo con Jalics, ya en el tercer capítulo.

Lo que dice no es una novedad, pero ilumina mi vida y me ayuda a entenderme.

“El pecado original consistió en que el hombre de un estar orientado hacia Dios recayó en un estar orientado hacia sí mismo. (…) Cada uno se colocaba a sí mismo, sus propios intereses, sus propias conveniencias y deseos en un lugar central. (…) Quien siente miedo sólo ve su yo amenazado. Quien siente rabia experimenta la impotencia de no poder hacer valer su yo. Quien desprecia sólo ve que es mejor o que sabe más que el despreciado. Así se podría mostrar respecto de cada sentimiento negativo de qué modo nos retrotrae a una referencia al yo.” p. 77 y 78.

Un egocéntrico afirma con sus actos: “yo soy Dios”. Por eso, nada le revienta más que otros ególatras. 

Nos cuesta entender que los demás adoren a un dios que no seamos nosotros mismos. 

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