Los gatos salen de fiesta.
Hemos pasado el puente de
mayo en el camping de Cáceres.
Es extraño como mi mujer
y yo encontramos satisfacción en darle gusto a los gatos. Como vivimos en un
piso nunca salen a la calle, pero cuando vamos de camping los llevamos y durante
la noche los dejamos salir de la caravana. Para poder tenerlos en un lugar tan pequeño, hemos abierto una gatera en la tabla
que cierra la parte de debajo de los asientos, hemos colocado el arenero y
aún queda mucho espacio para ellos. Durante el día suelen dormir allí debajo,
aunque el pequeño sale bastante y se acomoda también encima de nuestra cama.
Por la noche reviven. Sin
la amenaza de la luz del sol se aventuran primero a pasar un rato debajo de la
caravana, para alejarse más tarde hasta el coche de los vecinos y luego más lejos. ¿Y si no volvieran?
Este finde, como hacía
buen tiempo, hemos probado a dejar una ventana abierta. Desde allí saltan al
suelo y luego, pasada una o dos horas, vuelven por casa y aparecen de un salto
en el quicio de la ventana.
Se ve que disfrutan del
rato de naturaleza y aventura. A veces pasan ratos cerca de la caravana y si
sales fuera enseguida los ves aquí o allá rondando. Otras veces no hay rastro
de ninguno de ellos aunque los llames, y
tienes miedo de que se pierdan o no vuelvan. ¿Qué podrías hacer si no aparecen
ni esa noche ni al día siguiente? Nada. Quiero ponerles el chip de
identificación. Así, en caso de pérdida, si alguien lo encuentra y lo lleva al
veterinario puede devolverlo. Pero aún no lo he hecho, cuesta cuarenta leuros
por barba y son dos.
Me encantaría poder
pasear por la calle con ellos, pero no es posible. No se acostumbran al arnés y
no se dejan llevar como un perro. La otra noche, dentro del camping, tuve con
Conejito lo más parecido a un paseo que he tenido nunca. Lo seguí un rato en su
merodear por entre las caravanas y los coches, constantemente lo perdía vista, pero
si andaba lento y esperaba un poco, enseguida aparecía, acercándose a mí o
andando en la dirección en la que yo iba. Fue hermoso y como fueras con un perro al que llevas suelto. La verdad es que no entiendo
qué busca entre la hierba o bajo los coches. Duró un ratillo, hasta que me
cansé y me fui a la caravana.
Se acabó la vacación y la aventura. Ahora, mientras escribo, está aquí a mi lado, dormido sobre una silla.
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