20 diciembre, 2015

¿Dónde está Joselu? 2

Explicaba ayer que Joselu respondió a mi comentario en su blog con unos versos.

Creo que fue Gabriel Celaya el que escribió:

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, 
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, 
fieramente existiendo, ciegamente afirmando, 
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte, 
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Pero creo que fue al día siguiente cuando recibí un correo suyo que con su permiso reproduzco a continuación. 


Ayer fui al cine con mi mujer y cuando iba a empezar la película vi referencia en mi móvil de tu mensaje. La película no me gustó. Se titulaba "El corazón del mar" y la mente se me iba frecuentemente a tu mensaje que no había leído pero que leería en casa en cuanto llegara de vuelta. Había jugado el Español. Este centro comercial de los cines está al lado del estadio y todo estaba lleno de pericos cuando llegamos. 

Ante tu mensaje, sentía una doble sensación. Por un lado, me gustaba haberlo recibido pero por otro temía su contenido porque, efectivamente, como bien dices en tu comentario, eras uno de los principales destinatarios del mismo al que zahería con palabras que, realmente, pretenden arañar en la cara. Lo leí una y otra vez, después de ser publicado y no acababa de gustarme. Esa referencia a la debilidad y al menosprecio era cierta, pero ¿era la mejor forma de expresarlo? No. Sin duda, no. Había escrito muy rápidamente y no logré dar con otro modo de expresión. Tal vez hubiera sido mejor hablar de autoconmiseración. Luego hablé de de exhibicionismo existencial pornográfico. Con esto estaba plenamente de acuerdo. No lo cambiaría. Pero ¿quién era yo para juzgarte así? ¿Qué derecho tenía para hacerlo? A ti que buscas ser perdonado continuamente, precisamente, te atacaba donde te podía doler. Pero no quiero haber arrojado la piedra y luego esconder la mano. La arrojé ciertamente. ¿Por qué? 

Por un lado, por el efecto de haberte estado leyendo durante tres meses aproximadamente y asistir atónito a tu exhibicionismo existencial que no oculta un conflicto latente muy agudo con la figura de tu padre especialmente y de tu madre también. Tienes cincuenta y seis años, coño. Pienso que solo podrás superar esto cuando tus padres mueran. Mi padre murió, afortunadamente, hace veinticuatro años, hice las paces con él y me liberé de su figura sin ningún tipo de resentimiento. Y en muchos sentidos me doy cuenta de que sus ideas no eran tan descabelladas a pesar de las relaciones terriblemente conflictivas que tuve con él. Mi madre era una mujer malvada y cruel. El personaje más importante de mi vida y que me hizo sufrir enormemente. He escrito sobre ella en el blog. Murió en una residencia. Iba a verla y cada vez que lo hacía, la fotografiaba repetidamente para guardar un documento de su decadencia y sabiendo que alguna de esas fotos sería la última, como así fue. Tuve el placer de acompañarla al crematorio y perdonarla. También había hecho las paces con ella. Esto fue hace cinco años. Dejó de joder. Llevamos mi hermano y yo sus cenizas a Santander como ella quería y adiós. Supongo que hay cosas que no se superan hasta la muerte de los padres. 

Tu exhibicionismo culminando en tu pelo rojo es tremendo. Necesitas ser el protagonista aunque sea diciendo que no te lees los libros de que examinas a tus alumnos, que no te preparas bien la clases, que no has leído muchos de los textos filosóficos de que hablas. Nos muestras todo de ti en un ejercicio suicida de exposición al análisis público. ¿Qué pretendes con tu exhibición? ¿A qué te lleva teñirte el pelo de rojo? ¿A hacer análisis sociológicos sobre la transgresión en los jóvenes? Yo no creo que sea el motivo principal. Quieres que se hable de ti, tienes un apocamiento que te hace sentir hundido y necesitas mostrarte, que los demás vean que existes. No sé de dónde viene esto. A veces hablas de tus hermanos. ¿Por qué ese afán de protagonismo? Si estuvieras seguro de ti mismo no lo necesitarías. Hablas de tu reducción de la libido, de tu ingestión de antidepresivos, de las relaciones con tu mujer, de tus miradas a las chicas, de tu deficiente nivel de inglés, de la profe de inglés y sus muslos, de tus gatos reiteradamente. Leído así rápidamente parece gracioso, pero a lo largo de tres meses de vueltas en círculo resulta cansino. Tu ego está herido, aplastado. De conflictos como este salió Kafka y su mundo extraño de personajes impotentes y aplastados por el absurdo. Vueltas y vueltas al pelo rojo. Yo también iba hace veinticinco años al instituto con una gorra roja y pantalones ajustados de color lila. Me gustaba que las chicas me miraran y ser protagonista. Me lo pasé bien, pero tenía treinta años. Ahora busco ser anónimo y procuro  ser anodino. No me gusta llamar demasiado la atención aunque el ego me juega también pasadas y recupero mi ansia de protagonismo. Tengo cincuenta y nueve años. De sobras sé que yo no puedo interesar a las mujeres y lo agradezco. Hay temas que nunca abordaré en el blog. A veces he bordeado el exhibicionismo existencial. Hay posts que lamento profundamente. 

Tu mundo a fuer de ser repetido resulta estragante. Estás tan absorbido por el ego que el lector no lo aguanta demasiado tiempo. Por otro lado estás dispuesto a acabar con tu ego con esa historia de la meditación del desierto. Y de paso te tiñes el pelo de rojo. ¿En qué quedamos? Venga libros de autoayuda para superar tus conflictos pero no ahondas en ellos, solo los recreas como un adolescente. No los trasciendes. Eres todo un conflicto psicoanalítico en vivo y en directo. Con psiquiatra y psicólogo a los que pagas. Aunque yo también he ido a ambos y también tomo tratamiento para la depresión endógena. Pero no haría un género bloguero sobre ello. ¿No te das cuenta de que el lector se hace dueño de tu vida y de que te puede atacar y hacer daño? Le das muchos resortes para herirte. Yo utilicé alguno para que lo vieras, pero no asomé ni mostré las garras en serio. ¿Por qué mostrarte al descubierto revelando la banalidad de tu mundo? ¿Por qué facilitar al lector tantas claves de ti mismo? Me lo pregunto y me respondo que en el fondo anhelas que te hagan daño. Parece extraño, pero intuyo una pulsión que precisa del castigo por algo malo que hay en ti y de lo que no puedes desprenderte. Cuando yo te he herido -levemente supongo- cumplía lo que tú deseas en realidad: que te castiguen porque eres un niño pequeño y te has magnetizado con la pulsión de falta original y castigo. Hay un pecado original en ti. El bautismo no te lo lavó. Y anhelas que te castiguen en un ejercicio de masoquismo existencial. Si no, no me hubieras dado tantos datos sobre tu psique y que me has mostrado imprudentemente. Relacionarse contigo es entrar en el terreno de la culpa, el castigo, el perdón anhelado. No sé qué relación tendrás con tu hijo o hijos, no lo sé bien, pero han de superar ellos el conflicto de tener un padre inmaduro. Algo así le pasó a Franco y ya ves. 

Por otro lado, me he esforzado en entrar en tu mundo. Algunos comentarios míos eran fruto de una cierta investigación para poderte comprender. Tu respuesta era no haber respuesta en muchas ocasiones, como si tuvieras miles de comentarios y no te diera tiempo a responderlos. Responder se llama cortesía y buenas maneras. Y me he cansado de tu pose de "enfant terrible" ahora con el pelo rojo, la culminación de la historia de un niño que se parece más a Peter Pan que a un héroe hecho y derecho, dueño de su destino. La mezcolanza de autoayuda, gatos, pelo rojo, antidepresivos, autopunición podría ser motivo de un diario algo interesante pero ya ves que no lo es. No tienes muchos lectores, en parte porque no los cuidas y en parte por qué se preguntan qué coño hacen allí viéndote dar vueltas y vueltas al mismo eje cansino y exhibicionista. 

Me pregunto si yo estaré formando parte de ese mundo y me convertiré en personaje del mismo o simplemente seré un detalle mínimo que no logrará atravesar tu pose de adolescente que se niega a crecer. Pero ya ves, a Salinger le pasaba lo mismo y escribió El guardián entre el centeno. Creo que has escrito algún libro. No sé muy bien de qué trata, alguna vez has hablado de él. Me pregunto si en él has logrado atravesar el cerco de la yoidad. 

En fin, esta es mi explicación de mis palabras en el post. 

Un abrazo  a pesar de todo. 

José Luis. 

2 comentarios:

  1. La verdad, creo que Joselu ha sido excesivamente duro en su "veredicto", y creo que es muy precipitado juzgar a alguien y sus intenciones basándose exclusivamente en lo que se lee de él en un blog (como creo que es el caso, si no me equivoco). También es bastante osado el atreverse a psicoanalizar en las citadas circunstancia, en definitiva, no veo factible hacerse una idea de como es la persona que hay detrás de "Loiayirga" simplemente leyendo los textos que publica en un blog.

    Si se me permite mi opinión, yo no sería tan severo con el autor de esta especie de diario que sigo desde hace tiempo. Mi impresión (basándome no obstante, en los pocos datos que tengo) es que Loiayirga es una persona a la que le gusta escribir, y cualquier motivo que encuentra le es válido para venirse aquí y ofrecernos unos párrafos. Creo que el peculiar sentido del humor que tiene y tal vez la premura de escribir con precipitación pueden llegar a dar una imagen equivocada de lo que hipotéticamente es en la realidad.

    No veo nada prudente el aventurarse a describir la personalidad, la vida o la intenciones de alguien al que en definitiva, no conocemos de nada.

    Un saludo.

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  2. Y, a fin de cuentas, qué importa la persona que hay detrás de lo escrito. Si en lo que dice hay un palpito de vida, con sus contracciones incluidas, cómo no, el interés está servido. Feliz Navidad y año nuevo para todos.

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