10 abril, 2015

Un artículo y una entrada de Pseudópodo.

Julian Savulescu es partidario de mejorar al ser humano usando sustancias/drogas, siempre que se pudieran controlar sus consecuencias negativas. Hace tiempo escribió un artículo en EL PAIS. Hoy al leer la nueva entrada de Pseudópodo me he acordado de él. Utiliza la misma técnica. Me parecen interesantes los dos. Y ambos tratan un mismo asunto de fondo.

Cómo mejorar la capacidad cognitiva

A partir de mis publicaciones sobre el mejoramiento humano (Human Enhancement) a veces me pregunta la gente: Y usted, profesor, ¿cómo suele mejorar su capacidad cognitiva?
A pesar de haber defendido el dopaje en el deporte, nunca he tomado drogas para mejorar mis capacidades físicas. He rechazado blanquearme los dientes y la cirugía plástica para corregir en mi pierna las secuelas de un accidente de esquí. He tomado varios potenciadores para mejorar mi capacidad cognitiva. Regularmente consumo cafeína, a veces cinco tazas de café o té al día. No suelo tomar nicotina, sólo cuando estoy conduciendo largas distancias, me encuentro cansado o bajo los efectos del “jet lag”. He tomado el modafinilo un par de veces cuando he tenido que impartir conferencias importantes con el “jet lag”. Pero existe un potenciador cognitivo que, según mi experiencia, es mucho mejor que la cafeína, nicotina o el modafinilo. Lo llamaré “S”.
Comencé a tomar las S cuando era estudiante para que me ayudara a estar más despierto y por más tiempo. Las descubrí por casualidad, cuando tenía entre 16 y 17 años. Las solía tomar regularmente. Serían unas 3 dosis al día, pero algunas veces superaba las 5 tomas cuando trabajaba 13 o 14 horas cada jornada. Una sobre las 10 de la mañana, otra después del “lunch”, también sobre las 4.30, al atardecer y a las 9.30 de la noche. Mi rendimiento mejoró de modo significativo gracias a las S. Gané casi todos los premios en mi carrera de medicina y se lo atribuyo en gran medida a mis S. Nunca se lo he contado a nadie. Pero es hora de ser sincero. No he tomado mucho las S durante los últimos 15 años, por diversas razones, pero he comenzado, ocasionalmente, a consumir alguna que otra. Me propongo continuar con ellas.
Según mi experiencia, las S son absolutamente seguras. No sólo tienen importantes efectos beneficiosos para la mejora de las capacidades cognitivas, sino que parece que son buenas incluso para la salud mental. Al contrario que la cafeína, calman y relajan. El modafinilo es mejor que la cafeína. Pero las S son, a mi parecer, mucho mejor que el modafinilo. Aunque la mayoría de la gente no se da cuenta de ello, las S están disponibles por todas partes. Se pueden incluso conseguir en las sociedades en desarrollo. Y son muy baratas. Asombrosamente baratas. De modo paradójico y casi único, a menudo son más caras para la gente rica que para la gente pobre. Sin embargo, los ricos también se las pueden permitir sin ningún problema.
He llegado a la conclusión de que las S son el potenciador cognitivo perfecto. Y además, totalmente inmunes a las objeciones más típicas que se presentan contra el mejoramiento cognitivo. Veamos algunas:
1.- Los potenciadores cognitivos son inseguros y no se sabe los efectos secundarios a largo plazo ni los efectos adversos imperceptibles en otros ámbitos de la cognición humana. Millones de personas han tenido experiencias satisfactorias usando las S, aunque no específicamente con la intención de mejorar sus capacidades cognitivas. No se ha presentado ni experimentado ni un solo efecto adverso debido a su consumo. Mientras que la cafeína y algunos otros potenciadores cognitivos pueden afectar los ritmos normales del sueño, según mi experiencia las S tiene precisamente el efecto contrario. Se duerme mejor cuando se toman regularmente. Bien es verdad que las S no han sido estudiadas sistemáticamente como la cafeína, pero en base al reiterado uso humano y nuestros conocimientos actuales se puede afirmar que son perfectamente seguras.
2.- Los potenciadores cognitivos incrementarán la desigualdad, las desventajas de los más pobres y de las naciones en desarrollo. Las S, como ya he dicho, son increíblemente baratas y asequibles para la mayoría de los seres humanos del planeta. Y si alguien no pudiera permitirse una S, se le debería de proporcionar, como materia de derechos humanos, la oportunidad de probarla al menos una vez.
3.- Los potenciadores cognitivos no conseguirán nada a no ser que todo el mundo los use y, entonces, nadie se beneficiará. Las S no sólo dan una ventaja competitiva, como mostró mi rendimiento en los exámenes de medicina, sino ventajas de tipo personal: la vida es mejor. Se recuerda más, se piensa con más claridad y precisión, se es más imaginativo y creativo. En definitiva, consiguen que el resto de la vida funcione bien. Por mi parte, no sólo he experimentado otros beneficios para la salud mental, sino que parece que contribuyen igualmente a mejorar el rendimiento físico. No obstante, las he usado principalmente como potenciador cognitivo. Si todos estuvieran bajo la influencia de las S, la sociedad sería mucho más productiva y feliz.
            4.- Los potenciadores cognitivos roban los logros reales a quien los utilizan. Sus personales hazañas son el resultado de sus potenciadores, no de sus esfuerzos, sufrimientos y luchas. Es verdad que las S hacen más fácil rendir con mayor eficacia, sin embargo, después de su uso se tiene que poner en marcha la conquista de los beneficios. No creo que mis propios logros fueran el resultado de mis S, sino que ellas me permitieron trabajar de modo mucho más eficaz. Por mi parte aún tuve que realizar mi propio trabajo.
            5.- Los potenciadores cognitivos reducen la diversidad en las formas de pensar y en la creatividad. No es verdad. Las S de ningún modo constriñen los modos de pensar. Al contrario, permiten reflexionar mejor de un modo más personal. Según mi experiencia, acrecientan significativamente la creatividad, la originalidad y el pensamiento profundo. 
            Así pues, las S vienen a ser el potenciador cognitivo perfecto. Y a pesar de que están disponibles para todos nosotros, somos ciegos ante su valor como potenciador.
            Una S -estoy seguro de que ya lo has adivinado- es una “siesta española” entre 15 y 20 minutos, o más modernamente llamada en inglés “power nap” (una siesta energética). He aprendido a lo largo de mi experiencia que la breve siesta es el perfecto potenciador cognitivo. El problema es que muchas culturas, como la inglesa, por ejemplo, no están montadas para facilitar la siesta. No enseñamos ni animamos a la gente a que disfrute de una siesta. Lo que nos debilita enormemente.
            Si hubiera una droga que superara la siesta en términos de seguridad y eficacia, no tendría ningún reparo en tomarla. Tendría que ser impulsada, precisamente como la siesta debería de serlo. Sin embargo, hasta el presente, ninguna “droga” alcanza tan bien su objetivo como la siesta. Es realmente extraño que tan efectivo potenciador cognitivo esté rodeándonos por todas partes y, sin embargo, no seamos capaces de verlo. Como consecuencia, nuestras vidas van cada vez peor…
            Esta “Oda a la Siesta” fue redactada bajo la fija mirada de la Alhambra, en el Carmen Victoria. Gracias a la Universidad de Granada por la generosa invitación a impartir una conferencia en su maravillosa ciudad.

(Traducción: Enrique Bonete Perales)



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