10 junio, 2018

SISTEMAS NEFASTOS Y CONDUCTA INDIVIDUAL.

Una de las mujeres que cuida a mi padre, la de los fines de semana, nos dejó. Consiguió un trabajo en una residencia de ancianos en turno de noche y siempre que la llamo me dice que está agotada. Llevaba casi dos años con nosotros y cuando nos visita tras un tiempo en su nuevo trabajo, se queja de que trabaja muchas horas y que en proporción gana poco. Además explica que en la residencia tienen muy poco personal y que tiene que ir muy deprisa si quiere hacer todo el trabajo encomendado. Por ejemplo, tiene que duchar a diez ancianos en un determinado tiempo.

Súbitamente se me muestra ante los ojos con claridad diáfana el modo como el sistema en el estás condiciona y determina tu conducta. Esta mujer vale mucho para tratar con personas ancianas, trataba a mi padre a las mil maravillas, pero no será la misma con esos ancianos a los que tiene que duchar a toda prisa después de llevar varias horas planchando. En algún lugar leí que la prisa es incompatible con la ternura. Esa mujer no será ella envuelta en esos condicionantes.

De pronto, esa verdad, que ya sabía, me parece de una crueldad espantosa. ¡Qué dinámicas nefastas y ciegas nos dominarán sin que nos demos cuenta por culpa de los sistemas dentro de los cuales vivimos! ¿Qué aspectos de la conducta dependen de mi propia capacidad de decisión y cuáles de una dinámica ineludible que me domina debido al sistema en el que me muevo!




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