16 octubre, 2016

Pisar la tierra.

A veces descubro el engaño y me doy cuenta de que sigo siendo el mismo.
Digo esto porque como medito a diario me llego a creer que ya soy diferente y no. Sueño que he cambiado pero no.

Descubro el engaño sobre todo cuando noto la distancia con los demás. No soporto a los otros. Me gustaría ser Dios y todos me quieren quitar el puesto. Es horroroso. Es terrible caer en la cuenta del poco amor que tengo a los demás. Hemos pasado juntos el fin de semana cuatro matrimonios en casa y no he disfrutado. 

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Pensaba escribir sobre ello pero el programa de la TV de esta noche me ha hecho verlo aún más claro. Estoy viendo “Operación Triunfo, el reencuentro”. Son las dos horas más agradables que he pasado estos dos días. El programa tenía muy bueno rollo y es muy agradable recordar pero no es lógico que lo pase mejor viendo la tele que estando con amigos. 

3 comentarios:

  1. No le des más vueltas y no te martirices más. Hay personas que disfrutan del contacto social y otras del recogimiento. En cierto sentido es como el que prefiere el vino a la cerveza, no ha elegido esa preferencia y no tiene sentido ninguno preguntarse por qué es de esa manera y no de la contraria.

    Y mucho me temo que (no se siquiera si lo pretendes) la meditación no tiene nada que hacer ante eso, del mismo modo que una terapia no puede volver heterosexual al homosexual o viceversa. Es algo demasiado hondo lo que habría que mover, demasiado primitivo y visceral.

    Un saludo.

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    1. Ojalá lleves razón. El problema es que yo disfruto con los demás cuando me hacen el centro de su atención. Tengo un momento en que soy como una explosión de fuegos artificiales. Todo el mundo lo nota y dice OOOOOOOOOhhhhhh. Pero nadie es sublime sin interrupción y entonces, cuando ya los demás dejan de reirme las gracias me amargo creyendo que si no soy el centro de atención no soy nadie.

      Quizás la meditación no tenga que ver directamente con todo esto pero se supone que ese disfrute el tiempo presente habría de conseguirse también fuera de la meditación.

      En fin, lo que tengo que hacer es eso que dice. No martirizarme. Aceptar (y aceptarme) las cosas como son. Un motivo de infelicidad es querer ser el que no eres.

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  2. Dicen que tomar un LSD te cambia algunas percepciones básicas, que algunas personas se inician cercanas a la muerte y les hace afrontar aspectos de la vida mejor; quizas debería probar.

    O algún chamán en América...

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