28 diciembre, 2015

Dear Joselu

He copiado trozos en negrita de lo que decía Joselu y luego respondo. Algunas de esas cosas son publicadas por primera vez porque fueron enviadas en una segunda carta que no colgué aquí. En la carta en la que me daba permiso para publicar la primera. He dado por hecho que no había problema en publicar trozos de la segunda. 

“A ti que buscas ser perdonado continuamente, precisamente, te atacaba donde te podía doler.”

En lo de ser perdonado llevas razón. Cuento aquí mis vicios como el que se confiesa. La vergüenza se siente ante los demás, pero la culpa siente alivio al ser comunicada. Lo que más necesito es que me quieran, y si alguien me dice que sigue mi blog me siento muy feliz, pero me gusta que me quisieran como soy. Por eso muestro mis vergüenzas. No le encuentro mérito a ser querido si presento mi mejor perfil. Y es cierto, tengo un sentimiento de culpa muy acentuado. A veces cuento cosas vergonzosas para sentirme perdonado. Pienso: “mira, saben cómo soy y siguen conmigo.”

 “La debilidad y el menosprecio era cierta, pero ¿era la mejor forma de expresarlo? Tal vez hubiera sido mejor hablar de autoconmiseración. Luego hablé de exhibicionismo existencial pornográfico.”

Debilidad. En mí hay una cierta fragilidad. Tener que tomar antidepresivos no es un signo de fortaleza. Sin embargo, yo me siento fuerte. Por ejemplo, poder mostrar mis defectos en este blog es un signo de fortaleza. Porque creo que valgo en muchas cosas no tengo miedo de mostrar las deficiencias.

En lo del menosprecio llevas razón. Es cierto que en ocasiones hay un autodesprecio, un odio a ser como soy. Muchas veces me juzgo a mí mismo peor de lo que soy. Mi autoestima es rara, a veces es muy baja, pero por otro lado me siento muy superior a mucha gente. No acierto a comprenderlo, pero llevas razón, a veces soy mi peor enemigo. (O debía decir era, ya sabes que he cambiado) :)

Lo de pornográfico no me parece que sea cierto. Es verdad que tiendo al desnudo, pero recuerda que el desnudo no siempre es pornográfico. Te lo dije en respuesta a comentario una vez. En la soledad de nuestra habitación podemos sentirnos monstruos, si vemos a otros desnudos puede ser que entendamos que todos somos muy parecidos. Viéndome desnudo quizás otros puedan sentirse aliviados.

“… tu exhibicionismo existencial que no oculta un conflicto latente muy agudo con la figura de tu padre especialmente y de tu madre también. “

Sinceramente, no veo conflicto con mis padres de ninguna clase. La llegada de su vejez  y su decrepitud, especialmente por vivir en el mismo edificio, ha supuesto un duro enfrentamiento con la vida. ¿O debería con la muerte? Ya sea por el dolor que me causa su propia vejez o por entrever lo que un día me tocará, creo que mi ansiedad reciente tiene bastante que ver con eso.

“Tu exhibicionismo culminando en tu pelo rojo es tremendo. Necesitas ser el protagonista aunque sea diciendo que no te lees los libros de que examinas a tus alumnos, que no te preparas bien la clases, que no has leído muchos de los textos filosóficos de que hablas. Nos muestras todo de ti en un ejercicio suicida de exposición al análisis público. ¿Qué pretendes con tu exhibición? ¿A qué te lleva teñirte el pelo de rojo? ¿A hacer análisis sociológicos sobre la transgresión en los jóvenes? Yo no creo que sea el motivo principal. Quieres que se hable de ti, tienes un apocamiento que te hace sentir hundido y necesitas mostrarte, que los demás vean que existes. No sé de dónde viene esto. A veces hablas de tus hermanos. ¿Por qué ese afán de protagonismo? Si estuvieras seguro de ti mismo no lo necesitarías. Hablas de tu reducción de la libido, de tu ingestión de antidepresivos, de las relaciones con tu mujer, de tus miradas a las chicas, de tu deficiente nivel de inglés, de la profe de inglés y sus muslos, de tus gatos reiteradamente. Leído así rápidamente parece gracioso, pero a lo largo de tres meses de vueltas en círculo resulta cansino. Tu ego está herido, aplastado. De conflictos como este salió Kafka y su mundo extraño de personajes impotentes y aplastados por el absurdo. Vueltas y vueltas al pelo rojo.”

Pues claro que no estoy seguro de mí mismo. Alguien que tuviera todo muy claro no necesitaría llamar la atención de esa manera. Eso es verdad. Pero yo necesito de los demás y soy capaz de admitir que los necesito.
Lo que pasa es que me he dado cuenta que a veces es mejor satisfacer mis necesidades, aunque sean infantiles, que dejarlas frustradas, porque si no lo hago se manifiestan como agresividad o cosas peores. ¿Tú no te has dado cuenta que hay alumnos que preguntan en clase no porque tengan dudas sino porque necesitan llamar tu atención? Pues resulta que a muchos adultos les pasa lo mismo. El teñido les ha ahorrado a mis compañeros un montón de intervenciones vacías en un claustro. Y yo agradecería que algunos de mis compañeros se compraran un reloj de oro, se fueran a China (y nos lo contaran) o se tiñeran el pelo y nos evitaran otras tantas.

Tu mundo a fuer de ser repetido resulta estragante. Estás tan absorbido por el ego que el lector no lo aguanta demasiado tiempo. Por otro lado estás dispuesto a acabar con tu ego con esa historia de la meditación del desierto. Y de paso te tiñes el pelo de rojo. ¿En qué quedamos?

Entiendo que meditación y exhibicionismo te puedan parecer cosas contradictorias. Pero no lo son. ¿Recuerdas aquello del evangelio que solo los enfermos necesitan médico? Porque me importan mucho lo que piensan los demás es por lo que necesito aprender a estar a solas conmigo mismo. Cuanto más perdido estás en la mundanidad más necesitas meditación. Y creo que está bastante claro que yo necesito meditación.

Y aún voy más allá. Creo que lo de teñirme el pelo ha sido resultado de mi lectura de Biografía del Silencio y mis visitas al psicólogo. ¿No es contradictorio? ¿Cómo es esto posible? Muy sencillo. Precisamente porque estoy lleno de miedos, porque me atemoriza el qué dirán, porque soy muy vanidoso, porque me aterroriza el fracaso ante los otros… lanzarme a la gamberrada del tinte era, en un sentido, romper con todo eso. Ya sé que al mismo tiempo es algo que se hace para los demás pero también es algo que se hace poniéndote el mundo por montera, haciéndote de piedra a lo que pueda decir la gente. Hay mucha gente que me dice que hay que ser valiente para hacer lo que he hecho. Y en buena medida llevan razón. Soy una persona a la que le gusta tener todo previsto, todo bajo su control, no soy nada aventurero. Me asusta cualquier territorio desconocido. Sin embargo, en esto he arriesgado, porque me apetecía mucho hacerlo y porque he sido capaz de vencer mil resistencias. Entre otras, la resistencia de mi mujer y mi hijo, que en varias ocasiones me habían desaconsejado hacer algo así. Mi hija no se posicionaba a favor, pero tampoco en contra.

Venga libros de autoayuda para superar tus conflictos pero no ahondas en ellos, solo los recreas como un adolescente. No los trasciendes. Eres todo un conflicto psicoanalítico en vivo y en directo. Con psiquiatra y psicólogo a los que pagas. Aunque yo también he ido a ambos y también tomo tratamiento para la depresión endógena. Pero no haría un género bloguero sobre ello. ¿No te das cuenta de que el lector se hace dueño de tu vida y de que te puede atacar y hacer daño? Le das muchos resortes para herirte. Yo utilicé alguno para que lo vieras, pero no asomé ni mostré las garras en serio. ¿Por qué mostrarte al descubierto revelando la banalidad de tu mundo? ¿Por qué facilitar al lector tantas claves de ti mismo?

Es cierto que puede llegar a ser peligroso mostrarse tan franco pero ¿quién sería capaz capaz de querer herir a alguien que se muestra tan indefenso? Un lobo no mata a otro cuando este le ofrece su cuello.

Me lo pregunto y me respondo que en el fondo anhelas que te hagan daño. Parece extraño, pero intuyo una pulsión que precisa del castigo por algo malo que hay en ti y de lo que no puedes desprenderte. Cuando yo te he herido -levemente supongo- cumplía lo que tú deseas en realidad: que te castiguen porque eres un niño pequeño y te has magnetizado con la pulsión de falta original y castigo. Hay un pecado original en ti. El bautismo no te lo lavó. Y anhelas que te castiguen en un ejercicio de masoquismo existencial. Si no, no me hubieras dado tantos datos sobre tu psique y que me has mostrado imprudentemente. Relacionarse contigo es entrar en el terreno de la culpa, el castigo, el perdón anhelado. No sé qué relación tendrás con tu hijo o hijos, no lo sé bien, pero han de superar ellos el conflicto de tener un padre inmaduro. Algo así le pasó a Franco y ya ves.

Te agradezco que insistas en esto del pecado sin perdón y el masoquismo existencial. Lo he descubierto hace años y creo que estoy en fase de curación. Ya no quiero sufrir más. De pronto he visto el perdón como un una luz cegadora. Soy libre. Era yo quien me condenaba a mí mismo y no lo voy a hacer más. Ahora he comenzado a mirarme con cariño. Lo dijiste una vez, quizás no cambiemos mucho pero es posible mirarnos de modo más generoso a nosotros mismos.

“Por otro lado, me he esforzado en entrar en tu mundo. Algunos comentarios míos eran fruto de una cierta investigación para poderte comprender. Tu respuesta era no haber respuesta en muchas ocasiones, como si tuvieras miles de comentarios y no te diera tiempo a responderlos. Responder se llama cortesía y buenas maneras.”

Es cierto que la mayoría de tus comentarios no los contestaba. Sin embargo han sido varias las entradas del blog que estaban dedicadas a responder alguna de las cosas que tú escribías aquí. Yo me he comprometido conmigo mismo a hacer una entrada diaria. Con todo, no siempre puedo hacerla. Tú escribes con mucha facilidad y pasas un montón de horas delante la pantalla (como se puede apreciar en la respuesta a los comentaristas de tu blog). Yo no quiero pasar tantas. Primero tendría que pensar una respuesta que mereciera la pena y luego redactarla, que también lleva un tiempo. Joselu, no me siento en la obligación de responder un comentario diario. Tú escribes tus comentarios libremente. Yo no respondo casi nunca, pero esto lo has visto desde el primer momento. Nadie te ha obligado a seguir hasta aquí. Lo que me cuesta entender es que quieras irte dando un portazo.

Y me he cansado de tu pose de "enfant terrible" ahora con el pelo rojo, la culminación de la historia de un niño que se parece más a Peter Pan que a un héroe hecho y derecho, dueño de su destino. La mezcolanza de autoayuda, gatos, pelo rojo, antidepresivos, autopunición podría ser motivo de un diario algo interesante pero ya ves que no lo es. No tienes muchos lectores, en parte porque no los cuidas y en parte por qué se preguntan qué coño hacen allí viéndote dar vueltas y vueltas al mismo eje cansino y exhibicionista.

Pues claro. No soy un héroe hecho y derecho, dueño de su destino. ¿tú sí?


1 comentario:

  1. Mejor unos días más para responder. Esto parece escrito sin ganas, poco pensado, mal argumentado, peor engranado. Muy decepcionante.

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