26 noviembre, 2015

Una oración que asusta.

Mis investigaciones sobre Pablo d'Ors me han llevado a la oración del abandono de Charles de Foucauld.


Padre mío,
me abandono a Ti.Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,estoy dispuesto a todo,lo acepto todo.Con tal que Tu voluntad se haga en míy en todas tus criaturas,no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.Te la doy, Dios mío,con todo el amor de mi corazón,porque te amo,y porque para mí amarte es darme,entregarme en Tus manos sin medida,con infinita confianza,porque Tu eres mi Padre.


Da miedo rezarla. Por lo menos a mí me da miedo. ¿Haz de mí lo que quieras? ¿Lo acepto todo?

Y lo cierto es que no tiene sentido otra actitud. ¿Acaso crees que se puede huir? ¿De qué se puede huir? 
No es exactamente lo mismo pero hay un dicho estoico que dice: el destino guía al quiere y al que no quiere lo arrastra. ¿No es absurdo querer huir del destino?

En la oración de Foucauld hay algo distinto. Que Tu voluntad se haga en mí. Es decir hay una voluntad de no huir de lo que Dios quiere para nosotros. ¿y cómo sabemos cuál es su voluntad? Aquí puede situarse lo que dice d'Ors de Foucauld.

Fue un hombre que escuchó su conciencia. 
Fue un hombre que obedeció su conciencia. 
Y fue un hombre que hizo de ello un estilo de vida. 


3 comentarios:

  1. Me resulta muy extraño todo lo que escribes. Por un lado elogias los muslos de tu profesora de inglés -turgentes- y la picardía de escudriñar el escote de las chicas, y, por otro, te descuelgas con oraciones de abandono absoluto de la voluntad siguiendo el cristianismo del desierto. La fe del desierto. He leído parcialmente la biografía de Charles de Foucauld y ciertamente es una vida elocuente e interesante. Apasionada en la búsqueda de la voluntad de Dios a la que se abandonaba. Austeridad, vacío, penitencia, espiritualidad en la desnudez. Desde luego es mejor que otras experiencias cristianas y me atrae ese misticismo tan influido por el Islam e imagino que el sufismo por su estancia en el territorio del imperio otomano. Ignoro si todo lo que escribes es un intento de progresivo desnudamiento mostrándote en tu realidad sin imposturas para ir penetrando hondamente en tu ser interior y propiciar el encuentro místico. ¡Qué terribles y diferentes son las vidas! Nada de esto me atrae en absoluto. ¿Abandonarme a la voluntad de Dios ... ? Puede que sea una piedra sillar del misticismo ese abandono. De todas maneras pienso que un hombre del siglo XXI que vive el Black Friday y demás, al que le gustan tanto las púberes, tiene difícil progresar en el terreno de la espiritualidad. ¿Has leído el peregrinaje de Charles de Foucauld. Él no se ató a una familia, fue militar, cartógrafo, peregrino, monje trapense, vivió en el desierto -donde murió asesinado por unos bandidos-. Es difícil en una vida normal, tomando antidepresivos, creer que uno puede acceder a ciertas experiencias místicas por más que te atraigan. Tendrías que abandonar todo y seguir las huellas de Cristo en busca de tu yo profundo. En una existencia complicada como profesor de filosofía -más o menos tramposa a tenor de lo que dices-, caracterizada por la medianía y la grisura, de la mala conciencia de ti mismo y hasta odio profundo a lo que eres. No sé, me resulta difícil pensar que sea factible participar de algo tan total como expresa este poema (es un poema) que supone un estado quasi místico. Y eso sin soledad absoluta y mente preclara -y equilibrada porque una mente afectada por hundimientos psíquicos no creo que pueda alcanzar esos estados-, y sin vivencia extrema, no creo que sea posible. El misticismo tiene tres fases: la purgativa -terriblemente dolorosa-, la iluminativa y la unitiva. Es muy complicado llevar una vida burguesa y aspirar a tanto. No sé, no acabo de tomármelo en serio. Discúlpame por mi extensión y mi crítica que nadie me ha pedido.

    ResponderEliminar
  2. Puedo entender un poco tu sorpresa ante el hecho que convivan en una misma personas varias facetas de mi vida. Pero al mismo tiempo me sorprende tu sorpresa. Yo soy muchos yos, como todos. Y todos conviven en mi, muchas veces sin demasiada tensión. Generoso y mezquino, superficial y profundo, valiente y cobarde, salaz y ... (bueno, quizás no demasiado casto).

    Visto de cerca nadie es normal.

    ResponderEliminar