22 noviembre, 2015

Haciendo amigos.

Mis compañeros de instituto son mayoritariamente de izquierdas, por decirlo de manera anticuada pero que todo el mundo entiende. Al menos a los de izquierdas es a los que más se oye. 

Yo tengo bastante descaro a la hora de llevarles la contraria. Sobre todo en el grupo de Guasap, dónde no me puedo acalorar y es muy raro que pierda los papeles. 

Tengo la sensación de que mi presencia dentro del grupo incomoda a algunos. La gente prefiere grupos homogéneos, donde todo el mundo piensa igual y la unidad brota de criticar a los "otros", los que piensan diferente. Pero yo sigo dando la lata. Confieso mi culpa. No lo hago con el generoso propósito de ayudarles a encontrar la verdad (¡qué soberbio! ¡Crees que tú les puedes enseñar algo!) sino con el egoísta objetivo de enaltecer mi yo. "¡Mirad, soy libre, no tengo que pensar según las leyes que marca el rebaño! Yo descubro los errores de las consignas que os pasáis unos a otros. Soy más listo."




Ante esta cita de Galeano, que alguien ha colgado en guasap, he escrito en el grupo. 

"Lo de Galeano yo lo aprendí de pequeño, en las películas de indios. Entonces lo llamábamos los malos y los buenos.
De mayor me enseñaron que es un defecto de la vista. Se llama maniqueismo."

3 comentarios:

  1. Supongo que las expectativas de un profesor de filosofía es descubrir las falacias del pensamiento, y tú has interpretado bien al tendencioso Galeano en esta frase, cargada aparentemente de contundencia moral. A mí es un escritor que me produce una profunda antipatía precisamente por su ascendencia sobre buena parte de las creencias -que no pensamiento- de la mayoría progresista de América Latina y de España. Su libro Las venas abiertas de América Latina era falso, estúpido y maniqueo, no tenía ninguna base de conocimiento económico. El mismo Galeano lo reconoció muchos años después. Sin embargo, este libro fue una de las biblias de los revolucionarios latinoamericanos. Y de las muchedumbres progresistas. Hay un manual mejor para desenmascarar este tipo de actitudes: El manual del perfecto idiota latinoamericano de Álvaro Vargas Llosa y algún otro coautor que no recuerdo ahora. No cuesta nada mantener una serie de opiniones fáciles, sin compromiso, sin riesgo que satisfagan la creencia de estar en el lado moral y avanzado. Cuanto más avanzo en el conocimiento del pensamiento de izquierda y veo sus actitudess en la historia, más decepcionado me siento. Hay un catecismo progre que hay que debelar. Lo que no quiere decir estar al lado del pensamiento decididamente conservador. Haces bien en dar caña. El profesor de filosofía de mi hija pequeña es un manipulador independentista, pero él les dice en clase Como veis, yo no os quiero llevar a ninguna posición política. Mi hija y otros alumnos se miran. Yo le pregunto a mi hija ¿Y por qué no levantas la mano y le dices abiertamente lo que pensáis de él? Ella me responde: Tal vez porque quiero hacer medicina, ¿no?. Así son estos progresistas.

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  2. Mi padre era progre, cuando yo era niño. Y por casa estaba el libro de Galeano. Leí algún trozo. Yo también creía entonces en todo aquello. Aunque no puedo juzgar con el conocimiento que tú pareces tener sobre el asunto.
    Lo que más me revienta es esa uniformidad de los grupos que piensan igual. Se repiten entre ellos los mismo slogans y cada vez se los creen más, sin querer conocer otros puntos de vista u otros modo de pensar que contradigan los suyos. Y todo con un único fin. Creer que ellos están entre los buenos.

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  3. Todas las asignaturas pueden ser usadas para manipular a los alumnos y querer colarle tus ideas. Creo que filosofía se presta especialmente. Pero además es muy difícil sucumbir a la tentación por una razón muy sencilla: terminas creyendo que tus ideas no son solo tus ideas sino que reflejan la realidad como es. ¿Cómo no vas contarle a los alumnos cómo es la realidad si tú la conoces bien?

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