06 octubre, 2015

Sobre mis desahogos, otra vez.

¿Os acordáis de las críticas que recibí por mis chistesverdes en el grupo de guasap?

Las críticas me las había hecho verbalmente Lorena (nombre ficticio). Como nadie más sabía nada, inmediatamente escribí en guasap: Lorena dice que no le gusta lo que digo. Que son groserías.

Esperaba que alguien saliera en mi defensa. El grupo está formado por siete hombres y cinco mujeres.

Uno de los varones me expresó su apoyo en privado, pero nadie más dijo nada sobre el asunto en el guasap. Una de las compañeras, más joven que Lorena, más moderna, también hablando en persona, me dijo que a ella no le parecieran groserías pero (el maldito pero) cuando me ve no puede sino recordar qué cosas se me ocurren.

Quizás sea repetirme pero la conclusión a la que llegué el otro día es acertada. Cambiando las cosas mucho, para que se entienda, es como si alguien dijera en público que va a putas. Nadie querría escucharlo. Todos consideramos que eso es reprobable, si alguien lo hace debe hacerlo en privado, no puede hacer a los demás participes o cómplices de sus “pecados”.

Haz lo que quieras, pensaría mucha gente, cada uno tiene sus cosas, pero, por favor, guarda las formas, no muestres en público tus “suciedades”.

Me duele esta censura. Mis infidelidades no van más allá de lo que muestro, pero me fastidia tener que mantenerlas en secreto.

3 comentarios:

  1. Lo explica muy bien. Pero el caso es que usted parece ver no ya elegante sino naturalmente defendible estar tan salido a los 40 como un veinteañero. Savater cita muchas veces a Voltaire para hacer alusión al secreto de envejecer "Quien no tenga las virtudes de la edad, tendrá que cargar sólo con sus defectos"
    Y desde luego que creo existe una brecha erótica generacional, a mi modo de ver insalvable, de más o menos 25 años: la que separa la intervención de un posible padre respecto de una posible hija. No es la misma propuesta de salud sexual. Supongo que el sexo es juego y experimentación (y creo que la virtud, porque es cosa de la edad, es viajar completamente fuera de ti jovencito y volver a casa en la madurez) pero mucho más que una compulsión o, de una manera u otra, un acto íntimo de dominación.



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  2. El problema, Loayirga, es que estas infidelidades no interesan a nadie. Es un tema amortizado y sin ningún interés. Por eso, mejor guardárselas por carentes de cualquier entidad.

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  3. No estoy de acuerdo. No digo que las mías interesen especialmente, pero hablando en general, conocer las intimidades ajenas puede ayudarnos a comprender las propias. A veces mantener todas estas cosas en secreto puede hacernos sentir raros, distintos, incluso monstruos.

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