09 agosto, 2015

Vergüenza y superación.

Bajo de la habitación del hostal a la terraza de la cafetería. Uno de nuestros amigos es médico y me entero que mi mujer le ha pedido que me recete Viagra (o su genérico). Lo ha hecho en mi ausencia pero delante de todos los amigos que participamos en las rutas a pie por Santander y Asturias.
Me siento avergonzado y humillado y no me entra en la cabeza que haya podido hacerlo. Uno de los amigos me dice que él quiere compartir la medicina. Supongo que lo hace para consolarme o quitarle importancia. Me sublevo por dentro pero guardo silencio.
Es cierto que he hablado de estos problemas en el blog. Aunque ninguno de estos con los que caminamos lo lee, es verdad que algunos familiares y amigos lo conocen.
Me enfada que haya sido tan indiscreta. Parece lógico que antes debía haberme consultado.

Por otro lado, intento verle el lado bueno. Por lo visto a ella no le importa reconocer públicamente que tiene un marido que no puede.








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Al final fueron a la farmacia (todo esto sin hablar yo ni una sola palabra con ella) y no la compraron porque no se vendía con receta. Era bastante cara.

Contando aquí el episodio vuelve a entrarme un cierto enfado. Lo cierto es que lo tenía casi olvidado. Y a olvidarlo y no darle importancia me han ayudado algunos textos de El poder del Ahora. Copio uno que viene bien aquí.


Digamos que está sentado tranquilamente en casa. De repente, se oye el sonido penetrante de la alarma de un auto al otro lado de la calle. Surge la irritación. ¿Qué sentido tiene la irritación? Ninguno en absoluto. ¿Por qué la creó usted? No lo hizo, fue la mente. Fue totalmente automático, totalmente inconsciente. ¿Por qué la creó la mente? Porque tiene la creencia inconsciente de que su resistencia, que usted experimenta como negatividad o infelicidad de alguna forma, disolverá en alguna medida la condición indeseable. Esto, por supuesto, es un engaño. La resistencia que crea, la irritación o ira en este caso, es mucho más perturbadora que la causa original que está tratando de disolver. 

3 comentarios:

  1. Hay genéricos más baratos que el Viagra y funcionan igual. No obstante, son caros igualmente.

    No hay nada de que abochornarse. Probablemente la medicación que tomas inhibe el deseo sexual. Es muy frecuente que suceda eso. Yo a veces me gustaría sentir el deseo sexual que tenía a los veinte años cuando era inexperto pero a la vez recuerdo el carácter trágico que tenía. No asocio el deseo sexual a la felicidad, aunque me gustaría volverlo a sentir por unos instantes, solo por unos instantes.

    Saludos veraniegos.

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  2. Joselu, disfruta lo que queda de verano. Contento de verte por aquí.

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  3. Hombre, pues coincido en que no es algo de lo que avergonzarse, pero me parece de mal gusto el airearlo en público, sinceramente no veo la necesidad y es más que comprensible el enfado.

    Por otro lado y aunque no soy médico tengo entendido que la Viagra no tiene efecto sobre el deseo sexual, solo sobre la erección, y que si no existe deseo ésta no se produce aunque se comsuma la pastilla. Que alguien me corrija si me equivoco.

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