Aunque ahora estoy feliz...
Los gatos domésticos ya no cumplen
la función que cumplía: cazar ratones. Ahora viven con todas sus necesidades
cubiertas. Tienen casa y alimento y para que no tengan inquietud sexual los
esterilizamos. Pero su impulso por cazar sigue vivo. Y si ven una mosca en el cristal
no cejan hasta que la pillan o desaparece. Por no decir lo mucho que les
gustaría cazar pájaros.
En Arenas, nuestro gato no se
conforma con quedarse en casa. Le llama mucho la atención el exterior y siente
un interés muy vivo por explorar el jardín. Hasta ahora solo le dejo salir bajo
mi atenta vigilancia. Tengo miedo que se vaya más lejos y le pase algo. Cuando vamos
a acostarnos cierro las puertas y se nota su ansia de salir a descubrir la
noche. Se coloca delante de la puerta del jardín y con maullidos me pide que le
abra. De momento le he dicho que cuando sea algo mayor.
Entonces, con nosotros ya
acostados, se sube al quicio de la ventana de nuestro dormitorio, abierta de
par en par, y observa y huele durante largos ratos. Está claro que le gustaría
irse a ver mundo, pero la distancia al suelo es demasiado grande y no puede
saltar.
Al pobrecillo se le ve inquieto.
No necesita para nada salir fuera, pero un mecanismo evolutivo, ahora ya
innecesario para un gato doméstico, le mantiene ansiando algo que le niego.
¿Para qué ese ansia? ¿Con que fin
existe ahora esa necesidad de cazar, de ampliar el territorio?
Cuando lo veo ansioso me pregunto
si mis ansiedades no serán tan sin objeto como las suyas. Soy un tipo con suerte que no solo tiene aseguradas
sus necesidades vitales, sino también las sociales. ¿A cuenta de qué tantos
miedos? ¿Para qué tanta inquietud? ¿qué necesidad insatisfecha es tan insufrible
que me lleva a tomar ansiolíticos? ¿No tengo acaso la vida solucionada?
¿Qué extraño anhelo me hace sufrir
sin objeto?
Sin saber siquiera qué me daría la
paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario