22 marzo, 2015

Uriarte continúa y Trapiello sufriendo.

Ha salido el tercer volumen de Diarios de Iñaki Uriarte. Me he enterado por una entrada muy elogiosa que ha escrito el crítico José Luis García Martín. Leed esta frase:

No se puede hablar del diario en España sin mencionar, en un primerísimo lugar, el nombre de Iñaki Uriarte. Lo que a Andrés Trapiello, Miguel Sánchez-Ostiz o José Carlos Llop les costó tomos y tomos, Uriarte lo consiguió con unas pocas páginas.
 
Esto es lo que Trapiello temía que pasara. Esto le llevó a escribir una crítica demoledora en su blog cuando apareció el segundo volumen. Trapiello se portó mal con Uriarte. Le faltó generosidad. Lo conté aquí. Por cierto, es la entrada de mi blog que más visitas tiene siempre. Sabéis que admiro mucho a Trapiello y por eso precisamente me dolió su mezquindad. Cuando te has identificado tanto con el protagonista de sus diarios (de los de Trapiello, digo) te gustaría que tuviera rasgos de héroe y no de villano. Y Trapiello pudo no volver a alabar los diarios de Uriarte después de haberle dado a éste permiso para usar como publicidad el elogio personal que le hizo, pudo no volver a alabarlos, digo, pero ¿qué necesidad tenía de criticarlos?

La frasecita de José Luis García Martín -del que creo que es amigo- le ha tenido que saber a Andrés Trapiello a cuerno quemao. 

2 comentarios:

  1. Me hubiera gustado echarle un vistazo a los diarios de Uriarte, pero no están en versión Kindle donde puedes pedir una muestra. Me gusta el género diarístico pero para ello hace falta una sintonía entre el diarista y el lector. Al parecer tienes muy buena con Uriarte. No obstante hay gente que al lector le parece insufrible. Yo soy un consumado diarista, pero para ello se necesita mucho tiempo libre.

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  2. A Trapiello no lo he leído. Soy un gran admirador de un ex amigo suyo: Pacho Ortuño. Escribía en el NJ bajo el nick El Crítico Constante.

    Joselu, le gustará Uriarte. El domingo terminé el tercer volumen. A falta de Kindle le dejo una pequeña muestra:

    "Me muero el jueves", le comunicó a alguien por teléfono hace unos días. Hoy es viernes y vamos a su funeral. Llevaba tiempo con cuidados paliativos. Imagino que entre ella y los médicos decidieron poner fin a su vida el jueves. No he conocido ningún caso semejante. "Me muero el jueves". No sé si sus palabras fueron un acto de entereza y valentía o el último gesto de ese protagonismo que tanto le gustó ejercer siempre. En cualquier caso, es la frase que más me ha impresionado en mucho tiempo.

    Uno es más misterioso para si mismo que para los otros, que pasan de largo.

    Esencia del pensamiento conservador: creer en las elites, creer que hay personas mejores que otras y que se merecen más. Y lo que suele ser risible: creer que tú eres una de ellas.

    Este hombre con el que me cruzo por la Gran Vía y yo jugábamos juntos en la hierba de Central Park. Él no lo sabe.

    Hay rostros con un fondo de tristeza que son como una prueba viviente de que la felicidad existe y de que la conocieron.

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