02 marzo, 2015

Saber jugar las cartas.

Hay una comparación que ha hecho fortuna. Se la he oído a José Antonio Marina y circula por ahí. También yo la uso con mis alumnos.

En la vida, las cartas nos vienen dadas, son las que son y no las podemos cambiar, pero podemos elegir cómo jugarlas. No siempre gana el que tiene mejores cartas.

La frase es motivadora y anima a que nos esforcemos y luchemos. Pero da por supuesto que el modo de saber jugar tus cartas no es algo ya entregado por el destino.





Dónde dice destino léase genes, infancia, educación recibida, o lo que diablos se quiera. 

2 comentarios:

  1. Eso es radicalmente cierto. Las cartas nos vienen dadas (salud, inteligencia, sensibilidad, ambiente familiar y social, fortuna económica...) Pero pasa como con el poker. Alguien con una baja jugada puede ganar la partida. He visto a alumnos extremadamente inteligentes ir dando tumbos en su vida, casi rozando el fracaso y a alumnos muy limitados alcanzando un cierto triunfo profesional y vital. Un mal principio puede ir acompañado de un buen nudo en el desarrollo de la comedia de la vida y un buen o mal final. No obstante el poder de poder administrar nuestra jugada con habilidad, sigue siendo un factor innegable la suerte, pues en una milésima de segundo puede hundirse nuestra vida. No creo en los ángeles, pero haberlos haylos.

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  2. Pero es que ¿desde cuando los resultados académicos han sido un buen indicador del "éxito" en la vida? Siempre lo han sido más por ejemplo los ingresos de los padres o su nivel social. Además un chico puede tener muy buenas notas, pero luego ser nulo en el juego social, o no tener contactos, o no ser agraciado físicamente... Los resultados académicos no predicen para nada la futura vida de los estudiantes, como digo ni siquiera predicen sus ingresos futuros, o solo lo hacen en parte, u otros factores los predicen mejor.

    Por otro lado, Marina tiene la costumbre de distinguir entre factores innatos y ambientales, distinción bastante trasnochada por cierto.

    Por ejemplo trata la voluntad como algo maleable, casi que podemos elegir tenerla o no. Si así fuera...¿no elegiriamos todos tener mucha? Por que no pensar por tanto que es algo como la inteligencia, que nos viene dado por la genética en gran medida?

    Por otro lado y siguiendo la (mala) analogía, las cartas estarían repartidas entre miles de millones de personas. Alguna de ellas tendrá el poquer de ases, y ante eso es difícil ganar "de farol".

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