02 julio, 2014

MISA LAICA.

Me gustaría ser más poético. No estoy hablando de mi manera de escribir, me refiero al modo de vivir. Me gustaría maravillarme más ante la realidad. Sánchez Rosillo se extasía ante un ruiseñor y se queda hechizado ante la luz de la tarde.

A mí raras veces me pasa eso. El amanecer y la puesta de sol nunca me han dicho nada.

Me estoy acordando ahora de un campamento naturista en el que estuve cuando tenía veinte años. Nos alimentábamos con comida macrobiótica, practicábamos meditación Zen y nos "obligaron" a practicar el nudismo. 

Estábamos viviendo en el campo, en la apartada casa de ejercicios espirituales de unas monjas, y todos los días, cuando llegaba la puesta del sol, los organizadores nos encaminaban a un lugar desde el que se podía ver al sol esconderse en el horizonte. Nos sentábamos y pasábamos allí unos minutos, en absoluto silencio, contemplando el atardecer hasta que el sol desaparecía del todo. Cuando terminaba, la gente se iba levantando poco a poco y en actitud de recogimiento volvía a la casa. Parecía una misa laica. El primer día fue una actividad organizada formalmente, pero los días siguientes ya era algo que se sabía en qué consistía y alguno no acudía. Estaba mal visto si no ibas a misa.

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