22 octubre, 2013

No quiero que pienses como yo. Quiero que pienses.

A través de un amigo me llega noticia de la siguiente frase:

No quiero que pienses como yo. Quiero que pienses. 

Está bien. Parece muy apropiada para un blog de filosofía. Parece que sería una frase muy adecuada para aplicar a la educación. Si simplemente te pido que pienses como yo te estoy adoctrinando. Si te pido que pienses te pido que pienses por ti mismo. Que no te dejes llevar por lo que te mandan pensar, que seas capaz de juzgar por ti mismo. Podría recordar al lema de Kant. Atrévete a saber. Ten el valor de servirte de tu propia inteligencia.

¿De qué modo hacen esto los profesores? ¿De qué modo creo que lo hago yo o lo hacen mis compañeros? Puede que en principio su intención de partida (nuestra intención) sea esa pero ¿cómo saber si un alumno piensa por sí mismo? Creo que al final los profesores intentan convencer a los alumnos de lo que ellos creen que es verdad.

Muchos profesores creen que su modo de pensar es el correcto y creen que los que piensan distinto se dejan llevar por la demagogia del ambiente. Es decir, que diferentes profesores, todos ellos inteligentes, gente informada, gente preocupada por conocer la verdad de las cosas, pueden pensar de modos diametralmente opuestos, y lo que es más llamativo, sostener que "los otros" modos de pensar son modos de "no pensar", modos de estar abducido por las ideas del ambiente, maneras de seguir como borregos las ideas que otros marcan.

2 comentarios:

  1. "No quiero que pienses como yo. Quiero que pienses"
    Vale con lo que dice la frase y con hacerlo. No es necesaria ninguna glosa. Vale con ponerse a ello, a pensar. Honestamente. Con los alumnos, con los amantes, con las mujeres, con los niños... Con cualquiera. Perderse para encontrar.

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  2. Tiene gracia el anónimo. Dice que no es necesario glosar la frase. Pero no para ahí. Él, breve, pero no se resiste a hacer su propia glosa.

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