ALGUNAS CONCLUSIONES PERSONALES DE MI VIAJE A LA COSTA AZUL (útiles para el resto de la humanidad)

Hay ricos muy viejos, muy viejos.

Hay jóvenes muy ricos, muy ricos.

En ocasiones ambos grupos guardan relaciones de parentesco entre ellos.

La fealdad no es incompatible con la riqueza.

La vejez no es incompatible con la práctica del top-less. El buen gusto, sí.

Me gustaría tener con mi mujer la paciencia que tiene mi GPS.

En los campings franceses, como en los españoles, tampoco sienten la necesidad del bidé para el lavado de las almo-roides después de cada deposición. ¡Ellos, que lo inventaron!

En los servicios de los campings franceses existe también ocasionalmente el agujero en el suelo y dos plataformas para los pies. Yo pensé que esto ya no existía ni en España.

Internet resulta muy eficaz en Francia a la hora de buscar el teléfono de tu mecánico en Salamanca para poder consultarle si después de un rato callejeando con la caravana en busca de camping has sentido un fuerte olor a plástico quemado en el coche y aunque funciona estás bastante preocupado. Te quedas más relajado cuando te dice que es del embrague, que a veces se calienta cuando abusas, y que si la caja de cambios funciona no hay problema.

Las cenas que sirven en las playas privadas del Boulevard de la Croisette en Cannes huelen muy bien. Doy fe.

Aunque las playas sean privadas, cualquiera puede bañarse en las mismas aguas que los señores que acceden a ellas desde los hoteles de enfrente. Sólo tienes que nadar un poco más allá para poder compartir la misma agua. Es mas, es posible que si te meas dentro tus orines se mezclarán con los suyos en algún punto del Mediterraneo.

En el Boulevard de la Croissette de Cannes, en primera línea de playa puedes comprar un piso de 100 metros cuadrados por un millón y medio de euros. No recuerdo el pico, pero sí que se llama “Edificio Miramar” y os lo enseñan en una inmobiliaria que hay justo debajo. Ignoro si el piso está bien porque no lo he visto.

Por Cannes no se ven tantas mujeres con caniche como dicen en la Guía Azul.

En una boca calle del Boulevard de la Croisette en Cannes puedes comprarte una botella de agua fría de litro y medio por un euro. En la Rua de Salamanca te piden dos.

En al menos dos campings de la Costa Azul, en las noches de fiesta, se sigue bailando “La Macarena”.

El que quiera comodidades que se quede en casa. (Enseñanza de mi suegro que confirmo cada vez que salgo de viaje).

La gente que se ve bajar o subir a los yates, aunque diferentes de aspecto, no parecen tener diferencias metafísico-sustanciales con uno. Salvo el hecho de que ellos tienen más vista para los negocios, claro.

Locomotoro era un genio.

Gente hay en todas partes. Tias-buenas hay en todas partes. Y en Francia éstas últimas me prestan la misma atención que en España: Ninguna.

El carácter previsor de una mujer con diez hermanos (y por tanto muchos sobrinos) no descansa. Si hay una ganga en un Carrefour francés, a mil y pico kilómetros de casa, se carga el coche hasta Salamanca con seis cochecitos de juguete (1,18 cuando estaban a 6 euros) y dos peluches grandes (1,78 cuando estaban a 8,90). Junto a la caja, a requerimiento del marido, se queda otro montón de peluches pequeños que también suponían mucho ahorro.

En caso de que exista reencarnación y yo me muera en unos años, quiero reencarnarme en el hijo que para entonces de a luz una chica morena que vi en Antibes. Para que me de el pecho.

Si se trata de vestir viste más haber estado en Niza que sólo en Creixell (Tarragona). Pero lo mismo que te digo una cosa te digo la otra: Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.