16 abril, 2015

Seres superiores.

Alguien escribió que los gatos son una especie superior a la nuestra, hace miles de años domesticaron a los humanos y los convirtieron en sus sirvientes.

No sé si creerlo, mañana tenemos cita para capar al nuestro.

















Lo que habéis leído es un chiste. Y una prueba irrefutable de quién domina a quién. Sobre la esterilización aún no nos hemos decidido. A mí me parece una canallada hacerle eso a alguien. Sea de la especie que sea. Me intriga saber si los defensores de los derechos de los animales están en contra. El derecho sería doble, para hembras y machos. El de los machos rezaría así: "Todo macho tiene derecho a conservar sus cojones útíles".

2 comentarios:

  1. En esto he pensado en alguna ocasión. En la castración imprescindible para estas criaturas que deben estar en función de sus amos. Y para sus amos. Aunque ya sé que los gatos son muy suyos. Por un lado me atrae tener un animal. Dudo si un gato o un perro. Ayer pasé por un pipican y olí ese aroma a excrementos que había allí. Un día escribiste que la mierda de los gatos olía fatal. Me atrae poner un ser en mi vida pero sé lo que implica: que prácticamente has de dejar de viajar si tienes un perro o ya sabes a qué te enfrentas. Otra cuestión es la que suscitas ¿hay que capar a los gatos? Parece inevitable. Si no, entran en sus meses de celo en una tensión brutal. A veces he oído a los gatos en celo clamar por las hembras. Es tremendo. Y entonces si no, tener gatitos. ¿para qué hacer con ellos? ¿Matarlos? No sé, hay tantas incógnitas en una relación con los animales que no me decido. Otra cosa es lo que opina mi mujer que es radicalmente contraria a ello. No tengo ningún punto de apoyo sobre ello. Pero me atrae. Y a la vez me doy cuenta de que se acabarían mis días de libertad en el verano en que hago lo que quiero pues tendría que quedarme con el animal. Enorme dilema. Y problema.

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  2. A un gato. Jorge Luis Borges.
    No son más silenciosos los espejos
    ni más furtiva el alba aventurera;
    eres, bajo la luna, esa pantera
    que nos es dado divisar de lejos.
    Por obra indescifrable de un decreto
    divino, te buscamos vanamente;
    más remoto que el Ganges y el poniente,
    tuya es la soledad, tuyo el secreto.
    Tu lomo condesciende a la morosa
    caricia de mi mano. Has admitido,
    desde esa eternidad que ya es olvido,
    el amor de la mano recelosa.
    En otro tiempo estás. Eres el dueño
    de un ámbito cerrado como un sueño.

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