04 julio, 2007

¿QUÉ HAGO?

A mí las vacaciones me suscitan siempre una pregunta ética: ¿qué debo hacer con mi vida?

Tengo 62 días (ya sólo 57, ay) ¿A qué debo dedicar este tiempo?

La pregunta que golpea mi cabeza una y otra vez los primeros días de vacaciones es la siguiente:

¿Debo hacer lo que me plazca en cada momento o por el contrario “facer algo de provecho”?

¿Quiero entregarme al placer más inmediato o aprovechar el tiempo?

¿Será entregarme al placer más inmediato la mejor manera de aprovechar el tiempo?

Estudiar inglés (ni en sueños contemplo ahora esa posibilidad), preparar apuntes para el curso que viene, recopilar o elaborar material para un hipotético y posible libro sobre “Etica y ciudadanía” , leer de modo ordenado a Platón, o a Adela Cortina o a Nietzsche, todas estas actividades se encuadran dentro de lo que yo llamaría “el deber”.

Subir andando por un camino entre árboles al monasterio de San Pedro recién amanecido el día, ir a bañarme solo al “charco verde”, pasear al atardecer por el Lancharón desde donde se ve el pantano y Arenas desde lo alto, intentar resolver los problemas de ajedrez del ABC, leer “El País” en un bar tomando una caña (El País se lee pero no se compra), hacer andando (y tapeando) la “ruta de las cinco villas” con mi amiga Sonia y compañía, tomar una paella en el chiringuito al lado de la poza de Villarejo, leer, picoteando aquí y allá, los diálogos platónicos que he traído conmigo… todas estas son las actividades placenteras de las que os hablo.

En principio la elección parece clara: haz lo que prefieras.

Pero si trabajo cosas para el curso ¿no estaré en el invierno más contento cuando tenga ya tareas preparadas y no tenga que improvisarlas?

Si un día, por fin, aprendo inglés ¿no mejorará esto mucho mi autoestima y me proporcionará ocasión de disfrutar más adelante muchas veces?

Aquellas cosas trabajosas y menos apetecibles también me mejoran y son fuente de felicidad en último término. ¿O no? Aquello que nos hace crecer requiere más esfuerzo ¿pero no repercute luego positivamente en nuestro beneficio?

Seguramente haré, como siempre, una mezcla de ambas. Según me dé la p… gana.

Pero a veces ¿no desearía uno olvidar “el deber” completamente?

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¿Me interesa darle a estos 62 días la máxima publicidad, gritándolo a los cuatro vientos, y de este modo suscitar la envidia de gentes que gozan únicamente de un mes al año y si acaso? Está claro que no. ¿Y qué estás haciendo entonces, estúpido?

4 comentarios:

  1. Pues hay una diferencia entre El PAÍS y otros periódicos:
    * dices que EL PAÍS se lee pero no se compra
    * pues El MUNDO, LA RAZÓN y ABC, no se leen ni regalados (en McDonalds regalan LA RAZÓN, y la gente prefiere leer periódicos gratuítos (20minutos, Metro) antes que La Razón, y todos son gratis... moraleja?

    saludos, Jesús

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  2. ¿Pero la tienes escriturada?

    4/7/07 12:47 AM

    Naturaca. Véase.

    Mi estrella se llama Deneb
    Es blanca y pura
    como busto de estatua griega
    como un seno...

    Ya no recuerdo el resto del poemilla prepúber.

    Me aficioné a las constelaciones cuando leí una metafórica teoría sobre el modo de "estar centrado en el mundo" en Theophilus North de Thornton Wilder.

    Resumida y mal contada:
    Hay que formar parte de una constelación de amigos de ambos sexos de menos,igual y más edad.

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  3. ¿Cuándo vas a dejar de divertirte para empezar a pensar en ser feliz?

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  4. pipurrax, impresionante tu frase.

    catarrino, la teoría de las constelaciones me convence.

    Jesús, cuando decía que "se lee pero no se compra" hablaba de mí.
    En todo caso según tú contabas no lees mas que EP. Creo que leer opiniones contrarias te producía urticaria. A mí me gusta leer a gente que no piensa como yo. Me activa la mente.

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